EL MONÓLOGO / 187
Incertidumbre política

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Por Pepe Moreno *

 

 

Ha terminado la semana en la que recordamos a nuestros finados o celebramos el Halloween, que algunos han querido marcar como si fuéramos americanos y en la que adoptamos una serie de tradiciones como si fueran nuestras. Tuve que explicar que significa “¿truco o trato?”, que los más pequeños utilizan con propiedad, y que nosotros vamos a averiguar qué significan, porque no estamos ni dispuestos ni conocemos la antropología de la pregunta en cuestión. Una semana en la que hemos tenido, pues, un día de fiesta en medio, era miércoles, y ha provocado que haya dos “viernes”, uno falso y el de ayer, que parecía de verdad.

 

Pero sobre todo la semana ha estado marcada por la jura de la Princesa Leonor de la Constitución española, la visita a las obras del túnel de Erjos, las colas en las vías adyacentes a la autopista TF-5, y sin rima, y por esas negociaciones entre los socialistas, por el Gobierno central, y los de ERC, con quien parece que se han puesto de acuerdo haciendo una quita de más de 16.000 millones de euros de la deuda catalana. Falta, para completar el número de diputados que investirían a Sánchez que Junts, el partido de Carles Puigdemont, deje de tensar la cuerda, más que nada porque ellos saben que sus votos son necesarios. Si se consiguió el voto de los de ERC a cuenta de unos miles de millones, ¿cuánto costará el de Junts?

 

Con todo esto podemos decir que las cartas van quedando vistas, es decir, bocarriba. Hemos ido conociendo estos días, que la amnistía incluirá a los acusados de actos terroristas, además de a los políticos malversadores, unos juzgados y otros huidos. Todo esto les va a costar asumirlo a los policías, jueces y fiscales que estuvieron en el “process”. Todos los cargos públicos, los que tienen que ver con la justicia, y los ciudadanos de la Unión Europea, nos van a mirar con sorpresa y desagrado, pero se encogerán de hombros y de ahí no pasarán.

 

Dicen que el problema lo va a tener Sánchez con la opinión pública, pero hoy que me he levantado escéptico, les puedo decir que no va a importar tampoco. El PSOE, y sobre todo sus dirigentes, saben cómo manejar a todos los que tienen ahora algo en contra y a los que no comulgan con sus ideas. A los militantes del PSOE podrá engatusarles con su milonga de «gobierno progresista» y su pregunta genérica, en esa especie de consulta popular en la que no nombran la palabra maldita de la amnistía.

 

Pero, dicen, su descrédito entre el conjunto de españoles va a ser importante, porque hay muchos que no comparten esa idea y porque todo lo que suena a dar a los catalanes ya les hiere. Sobre todo, si además de esa foto que presidió la reunión de Puigdemont con el número tres del PSOE, Santos Cerdán, esa en la que se veía la urna del día 1 de octubre de 2017, agarrada por cientos de manos que se la iban pasando, sigue la del «verificador internacional», que parece que es una de las peticiones inamovibles del separatismo. Son tiempos en los que se maneja la voluntad de millones de españoles que ven este problema desde diferentes prismas.

 

Desde hace algún tiempo nos manejamos con términos más complejos. Ahora no existen ni verdad ni mentira, sino que nos hemos acostumbrado a posverdad o a noticias falsas, las fake news, que son las que se están imponiendo y que hacen lo posible por parecer verdaderas. Por ejemplo, hoy existen diferentes conceptos que pueden asociarse a la mentira, pero que no son exactamente sinónimos de mentir.

 

El error, el fraude, la astucia, la invención poética, la construcción de una historia ficticia no son equivalentes a la mentira. La mentira no es incompetencia, ni falta de lucidez, ni ausencia de ignorancia. Tampoco es un error accidental. El problema viene cuando todas estas dimensiones aparecen, de alguna forma, mezcladas de tal manera que resulta difícil diferenciar cada una de ellas. La verdad es que hoy nos encontramos rodeados de mentiras y de mentirosos.

 

Desgraciadamente, en los últimos 20 años, la desinformación toma unas dimensiones desproporcionadas. La mentira y las falsas noticias ya no son propiedad exclusiva de los medios, sino que se reúnen en una serie de combinaciones que sirven al acto mismo de mentir, que resulta siempre intencional.

 

Para eso, la mentira recurre a diferentes técnicas, siendo una de las más sutiles la fusión de datos verdaderos con informaciones falsas. Los diferentes actores de la mentira (los políticos, las grandes corporaciones, los medios, algunos usuarios de las redes sociales, etcétera) deben armar una serie de elementos que los protejan, es decir, que hagan verosímil la mentira.

 

Si la mentira no es verosímil, no funciona, deja de ser posverdad y se convierte en una mentira descubierta de entrada. La cuestión es hasta qué punto en esta sociedad de la información y la comunicación somos continua e intencionadamente engañados y en qué dimensión la posverdad forma parte del paradigma de nuestra época.

 

Días pasados un conocido me enviaba, a través de wasap, un texto de una hipotética amnistía. Uno, que ya es perro viejo y, por tanto, muy desconfiado, vio que el contenido en cuestión no tenía ni encabezado, ni se podía uno atribuir a ningún grupo político, ni estaba firmado. Así se lo hice saber a mi remitente que comprobó que aquello fue una ley propuesta por los grupos separatistas en el ¡año 2021!

 

Esa persona me advirtió que como propuesta se rechazó “pero eso no quiere decir que no se vaya a presentar de nuevo”. Es decir, estaba presuponiendo y, aunque se diera cuenta, tras mi aviso, que no es original, sigue empeñado en que será el que finalmente se sugiera. ¿Sirve de algo desmontar esa mentira? A la vista de lo que les cuento parece que no.

 

La verdad es que con lo de la amnistía nos están aburriendo, ganan sus partidarios, porque hablamos tanto de este término que al final la desposeemos de su definición y la convertimos, casi, en una palabra, que podemos tarifarla. Por ejemplo, la posición de Coalición Canaria, que ha ido variando en este periodo de tiempo.

 

Comenzaron diciendo que para ellos era incuestionable que votarían en contra si entraban en el gobierno los de Sumar, la formación de Yolanda Díaz, y los independentistas. Luego nos dijeron que no podrían darle el voto si se planteaba una amnistía y en los últimos tiempos vemos que todo eso se puede “tasar”.

 

Este asunto, el de la amnistía, parece que ya no es una “línea roja” para un posible apoyo de CC a la investidura de Pedro Sánchez. He de decir, en honor de la verdad, que CC sigue sin aclarar cuál será su posición final y mantienen un lenguaje que podríamos catalogar de ambiguo sobre cómo se produciría una negociación al respecto. Pero sí que estamos viendo, de un tiempo a esta parte, un mensaje menos claro en este sentido y vuelven a poner el énfasis en la “agenda canaria” que pretender cerrar con los socialistas.

 

Tenemos que oír, por ejemplo, al presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, que aseguraba, tras su entrevista con la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, que la amnistía seguía siendo una “línea roja” para su formación. Pero lo dijo de tal manera que daba a entender que se refería a la propia medida de gracia y a la propuesta legislativa que a esos efectos el PSOE estaba a punto de cerrar con los partidos soberanistas catalanes.

 

Ya empezaron a decirnos que, si le daban el “sí” a Sánchez, eso no sería extensible a la amnistía. Pero claro, una cosa lleva a la otra. Si invisten a Sánchez de presidente, que se preparen para lo que viene después, que no es otra cosa que la proposición de ley sobre olvido a los que hicieron aquel referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.

 

Hasta ese momento sabíamos que la abstención era lo máximo que los nacionalistas canarios, con su única diputada en el Congreso, estaban dispuestos a conceder al PSOE si la investidura contemplaba ese acuerdo previo con Junts y ERC para obtener sus votos a cambio de la medida de gracia para los encausados en el ‘procés’ catalán.

 

Por lo menos, así lo expresó Cristina Valido, la diputada de CC en el Congreso, al propio presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la reunión en la que avanzó que cualquier negociación entre la formación isleña y el PSOE se condicionaría a un pago previo por parte del Estado de todas las partidas comprometidas con Canarias en los presupuestos estatales en vigor.

 

Podríamos decir que nos pagan lo que ya estaba previsto, por lo que saldremos casi gratis. Esas cantidades estaban en una ley, la de Presupuesto de 2023, y, por tanto, debería estar blindada. Ahora se ha abierto una negociación sobre la agenda canaria defendida por CC, la misma que se negoció y aceptó con el PP cuando Feijóo era candidato, antes de que no sumara mayoría.

 

Los de Coalición siempre han puesto como prioridad la llamada “agenda canaria” para sus posicionamientos y estrategias en Madrid. ¿Y qué hay en ese documento? Pues, una serie de transferencias, como los cincuenta millones para los menores inmigrantes, los 100 millones para la reconstrucción de La Palma, bien a través de convenios entre el Gobierno central con los municipios afectados y con el cabildo insular, y con el Gobierno Canario como garante de todo.

 

Como se ve, el voto se cambia en función de las perras que pueden dar, y en el Gobierno Central, con tal de que Sánchez sea presidente con el máximo número de apoyos, se firma lo que sea y cueste lo que cueste. Si a Cataluña le condonan 16.000 millones de euros de su deuda, imagínense a Canarias cuya deuda total no llega a los 7.000 millones. El 20 % no cuesta ni dos mil millones.

 

Dice el director de esta plataforma, mi buen amigo José Carlos Marrero, que quizá la solución está en que los diputados de Podemos no están en la misma línea que los de Sumar y que son ellos los que no votan a favor de la investidura. Recordemos que son cinco diputados, pero me da que ellos ni se van ni abstener, ni a votar en contra, y que en CC están más favor del “sí” que de la abstención.

 

Lo que pasa es que, como dice mi amigo y compañero Jaime Pérez-Llombet en un artículo en El Confidencial, es que necesitarán de toneladas de pedagogía para convencer a su electorado de que el pragmatismo de la firma bien vale el voto afirmativo. Escribe Jaime que “están pretendiendo un sí que se le atraganta, y de qué manera, a los principales dirigentes de Coalición, plenamente conscientes de que la foto de la investidura —junto a quienes han obtenido o concedido la amnistía— es una imagen que enfada a muchos de los suyos” y no le falta razón.

 

Con todo esto se darán cuenta, ustedes, que todo es del color que nos quieran pintar, que no todo vale, que anoche mismo había una multitud de personas frente a la sede de Ferraz, que es donde vive el PSOE orgánico, en contra de la amnistía, que las noticias falsas están pululando por doquier y que incluso están habilitando un domingo para cumplir el calendario. El tiempo se agota y esto parece que está decidido, aunque a menudo hay resquicio para las dudas.

 

Miren que incluso no he querido sacar aquí ni las posturas, dentro de los socialistas, que rechazan eso de la amnistía o la cesión de los trenes o la quita a la deuda. No he querido profundizar en ello, pero también está presente. ¿Qué pasará? Nadie sabe, aunque el andar de la perrita indica por dónde lo hará. Y eso, por lo que parece, nos preocupa a muchos.

 

Un presidente del Gobierno que promete a la Princesa Leonor la lealtad de un Gobierno que no estaba al completo, unas componentes de ese Ejecutivo que incluso hacían campaña y decían que harán lo posible para que no siga la Monarquía o un gabinete que aparecen peleados entre sí. Un negro panorama.

 

Por cierto, hoy iba a hablar de otras cosas más cercanas como los cortes en la autopista por mandato del Cabildo o cómo nos comen la cabeza con el túnel de Erjos o del consejero de Obras Públicas, Pablo Rodríguez, que ya demostró en el mandato 2015-2019 que habla mucho y no hace nada. Pero he escrito, otra vez, de la puñetera amnistía o de la investidura de Sánchez a cualquier precio. No tengo arreglo.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 4 de noviembre de 2023

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