EL MONÓLOGO / 248
El oro nuestro, en jaque
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Por Pepe Moreno *
Hoy quiero hablarles de dos asuntos que, aunque están relacionados, parece, de entrada, que no tienen mucho que ver. Uno es la situación de los aeropuertos en las islas, y muy especialmente en Tenerife, y el otro es que, a pesar de lo que significa en nuestro producto interior bruto, el famoso PIB, el mundo del turismo, hay quienes quieren reducirlo y ya hay guías, por ahí fuera, que recomiendan no venir a nuestro archipiélago a cuenta del rechazo que algunos quieren imponer a los que nos visitan.
Empecemos por los aeropuertos. El año pasado, el 2024, registraron más de 50 millones de pasajeros y, según dicen, era la primera vez que se rebasaba esa cifra. Si la comparamos con el 2019, un año antes de la pandemia, el volumen llegaba a los 45 millones, esto es, cinco menos. Sin embargo, esos números, por los que podríamos sentirnos contentos y satisfechos, nos están llevando a que, ahora mismo, se estén produciendo congestión de esas instalaciones y que algunos ni siquiera hayan reaccionado ante las previsiones de lo que se avecina.
Ahora mismo, y con las cifras en la mano, son las instalaciones aeroportuarias de Lanzarote y Tenerife Norte son las que están más cerca de su capacidad máxima, lo que pasa es que Aena es rácana para con Canarias y tanto nuestro Gobierno regional como los cabildos de esas islas no pueden ni hacen nada.
Es más, Aena, que es la empresa semipública encargada de la gestión de los aeropuertos españoles de interés general, ha anunciado que ya tiene un plan de inversiones superior para Baleares y menos para con nuestro Archipiélago. Los números de nuestros aeropuertos son de récord, pero la cantidad a invertir será menor. Lo consideran una mina de oro, pero hasta ahí llegan. Recaudan; sin embargo, no piensan mejorar.
Unas instalaciones que están al borde de una sobreexplotación, que cuando llueven se mojan, que tienen goteras, que ponen cubos a recoger lo que cae del techo. Que no hay suficientes agentes para sellar los pasaportes de los que llegan o se van, que después de ello han de hacer una cola de más de una hora para coger un taxi. Eso, a pesar de que los servicios que ofrecen, como puerta de entrada, no reúnen las condiciones propias del primer cuarto de siglo que ya llevamos de este.
A Aena le importa un pito. Si analizamos la cifra, en bruto, podríamos decir que ganaron, en los nueve primeros meses del año pasado, un total de 1.449,8 millones de euros. No obstante, lo que se niegan, por muchas circunstancias, es a reconocer o publicar en los medios lo que les entra en sus cuentas por el alquiler de los locales y servicios que realizan. No sabemos lo que eso supone en sus balances.
Los de Aena no suministran los datos porque se amparan en una supuesta, que no niego, confidencialidad. Sin embargo, hay quienes dicen que lo que se ve es que hay una supuesta razón política detrás de esta negación y así poder ver si Aena invierte en su justa medida en cada uno de ellos. Y hemos visto que los aeropuertos del Archipiélago pueden aportar unas cuentas saneadas. Nuestras instituciones denuncian, pero de boquilla, entre otras razones por las que no tienen otras herramientas para hacerlo.
Hemos hecho unas cuentas, que podríamos decir de la vieja, y nos da que en Canarias se podrían haber quedado unos 236 millones de euros, en cifras que no son exactas sino de promedio. Se constatan, cada día, colas kilométricas de turistas en espera de pasar el control de pasaportes o simplemente para coger un taxi. Bien es cierto que esta no una materia de la empresa, pero pueden ejercer la presión necesaria para que se adapten las terminales al actual volumen de viajeros porque lo que evidente es que se necesitan mejores accesos, una nueva terminal o mejorar la disposición de las oficinas de los coches de alquiler.
Ya tuvimos un susto el pasado día 2 de enero en el aeropuerto de Tenerife Sur, donde un avión privado dejó durante varias horas inservible para el tráfico aéreo una pista y obligó al desvío de más de una veintena de vuelos hacia Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Ni siquiera una doble infraestructura, como el aeropuerto de los Rodeos, podía con todos.
Ayer viernes publicaba el periódico El Día, que los aeropuertos de Baleares, que comprenden los de Ibiza, Menorca, Palma de Mallorca y Son Bonet van a recibir un total de 380,32 millones de euros en inversiones, mientras que, en Canarias, que tiene, como ya hemos dicho, ocho aeropuertos, lo harán con 313,1 millones. ¿Eso es justo? En dinero contante y sonante para el plan DORA II, la compañía Aena invertirá en aquellas instalaciones mediterráneas 361,413 millones de euros, mientras que en nuestros tienen, en ese mismo plan, 171,13 millones. Salimos perdiendo.
He hablado con algunos hoteleros tinerfeños y llevan años pidiendo que en la gestión de los aeropuertos haya otro comportamiento. José Fernando Cabrera o el propio Jorge Marichal, presidente de Ashotel, llevan años demandando la inclusión de una nueva terminal para el aeropuerto de Tenerife Sur y otra gestión en determinadas áreas como el sellado de pasaportes o los taxis y no han tenido respuesta por parte de nadie.
Hay que recordar aquí que ya tenemos algunas instalaciones que están por encima de su capacidad máxima teórica. Por eso, ahora no es tiempo de hacer política, sino de empezar a pedir otro trato por parte de la compañía y de hacer posibles esas inversiones, quizá sacrificando asientos, a cuenta de los dineros necesarios para adaptarse a los tiempos.
Y esto nos lleva al otro asunto, a cargarnos a nuestra gallina de los huevos de oro, el turismo. Es verdad que este sector de servicios nos da empleo, riqueza y visibilidad, pero también puede convertirse en una saturación en varias zonas, en tensiones para encontrar dónde vivir o que sus residentes se vean obligados a adaptar sus hábitos (o directamente mudarse) para dejar hueco a viajeros con más dinero en el bolsillo. Esto fue lo que ocurrió en Ámsterdam, Lisboa, Seúl, Kioto, Venecia o Florencia, entre un larguísimo etcétera, ciudades donde las administraciones han movido ficha para blindarse frente al denominado sobre turismo.
Y esto está ya pasando en Canarias, donde se produjeron dos manifestaciones a lo largo del 2024 que hacían que se pensara en otro modelo económico en las islas y que no dependiéramos tanto del turismo y que preserváramos nuestros paisajes naturales. Yo sé que es muy difícil encontrar la solución, pero la segunda de las manifestaciones fue más de turismofobia que de otra cosa y ya nos está trayendo consecuencias.
Una de las guías con más solera entre los viajeros de habla inglesa, Fodor´s Travel, que es una especie de antiguía turística, ya nos incluye y nos citan como lugares que se arriesgan a morir de éxito, o que invitan a sus usuarios a “reconsiderar” si realmente les compensa pasar sus vacaciones. Y figuran sitios como Bali, Venecia, Lisboa, Koh Samui (Tailandia), el Monte Everest, Agrigento (Sicilia), las Islas Vírgenes Británicas, Kerala (India), Kioto y Tokio, Oaxaca, North Coast 500 (Escocia). Se cita a tres puntos concretos de España, como Barcelona, Canarias y Mallorca.
Barcelona ya estuvo en esa lista en 2020 y 2023 y Mallorca se incluyó en 2019, antes de la pandemia. En el caso de los tres destinos españoles, lo hacen, según sus editores, por la incapacidad de compaginar su éxito turístico con su rol de ciudad funcional en la que, más allá de visitantes, hay residentes que necesitan coger buses, comer en restaurantes o alquilar casas.
No es una reflexión específica sobre Canarias, Mallorca y Barcelona, pero los editores la hacen extensible a los destinos “más populares” de Europa, los que sufren una mayor avalancha de visitantes. “Ante lo que ahora parece una amenaza existencial, los lugareños dirigen su ira hacia las multitudes de turistas”, he podido leer y traducir.
En concreto, sus autores recuerdan tres hechos: la marcha contra el turismo masivo organizada en julio en Barcelona, durante la que los manifestantes llegaron a disparar con pistolas de agua a turistas sentados en terrazas; y las marchas convocadas en Mallorca y las Canarias precisamente para exigir unos topes al turismo.
Además, los editores de esa no guía, recuerdan varios episodios recientes ocurridos en España y que sirven de termómetro para entender hasta qué punto las poblaciones locales acaban saturadas. Estamos hablando de que Fodor´s es una marca con solera en el sector. Su origen se remonta a mediados del siglo pasado, teniendo cierta repercusión en el mundo de habla inglesa y de cuyo argumento se han hecho eco algunos medios como Business Insider, Daily Mail, Mirror o New York Post, además de otros de España, como Diario de Mallorca.
Para Canarias, el turismo representa el 35 % del PIB y el flujo de visitantes genera miles de millones de euros, ¿vamos a poner en solfa todo eso? No sé, puede haber respuesta para todo ello, pero ahora, la estrategia es miope y la fama de nuestro destino goza de una popularidad insostenible por los que se manifestaron, sobre todo en octubre, que lo hicieron incomodando a algunos visitantes, profiriendo gritos contra los turistas o rodeando, en la playa, a los que querían disfrutar de nuestro sol.
Yo sé que la carencia de viviendas, el alto coste de la vida o que tengamos el sueldo más bajo de todo nuestro espectro nos puede encochinar, pero busquemos los culpables en los sitios adecuados. Tenemos una ley de viviendas que no da seguridad jurídica a los propietarios, la cesta de la compra no va acorde con lo que se gana y eso podríamos reprochárselo a los que han hecho unas leyes sin saber de sus consecuencias y que cada día más quieren engordar sus cuentas para gastar más. A unos empresarios que tal vez piensan más en lo que ingresan y no en lo que deberían de pagar, y así tener a su gente contenta.
La dicotomía, con estos dos asuntos, está servida. Bien es cierto que no podemos seguir creciendo de manera indeterminada, pero lo que se está haciendo hasta ahora no nos conduce a nada bueno. Tenemos que hacerlo con cabeza, tenemos que pedir más inversiones en infraestructuras, pero pensando en la gente de aquí y haciendo previsiones de lo que nos puede venir. Tenemos que preservar los parajes naturales, pero al mismo tiempo no podemos verlo en imágenes, sino mirarlo y palparlo por nosotros mismos y tenemos que encontrar las respuestas necesarias a la pregunta del modelo económico que queremos.
Ya sabemos lo que todo esto representa en los números, por eso tenemos que ver que lo que pedimos no se quede solo en el enunciado. Y reconozco que yo tampoco tengo la respuesta, pero a las demandas que hacemos ya vemos la respuesta que obtenemos. Ni tenemos los euros para las inversiones y ahora estamos en las antiguías del mercado, sabiendo lo que dependemos del turismo. Y en esas estamos.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 11 de enero de 2025
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