EL MONÓLOGO / 254
Urgencias y esperas eternas

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Por Pepe Moreno *

 

 

Este es el segundo Monólogo que le dedico a la Sanidad, pero es el primero que solo habla de las urgencias en Canarias. El otro era más general, y este más específico. Hoy quiero referirme a cómo estamos en este aspecto y de cómo se ha ido “moviendo” para ver cómo se desarrollan en Norte y el Sur de Tenerife, sin olvidarnos del HUC.

 

Por ejemplo, ya nos hemos hecho a la idea de que cuando entramos en un servicio de urgencias vamos a pasar horas, en una silla o en un banco, sin que nos atiendan. O que vamos a tener que esperar para que alguien nos diagnostique el mal que padecemos, sin que haya nada ni nadie que nos diga que eso es así. En una reciente manifestación vi a alguien que ponía una X en una estancia de más de diez horas. Lo hemos interiorizado.

 

Dice el personal del servicio de urgencias del HUC que ahora mismo se nota una bajada de pacientes ante un aparente miedo a sufrir horas y horas en esa situación de colapso. Desde la parte institucional se niega este hecho, el de la baja asistencia, y lo califican de “apreciaciones”, lo cierto es que parece que hoy menos gente esperando y que el movimiento mediático está generando una alarma social. Un portavoz del Sindicato de Enfermería SATSE decía que “la gente está dejando de venir porque tiene miedo de ir a un sitio donde esperas 12 horas o más para ser valorado por un médico. Y eso es que ahora la espera ha bajado».

 

El personal continúa denunciando situaciones como la alta espera, la falta de camas o de espacios tanto para pacientes como para trabajadores. El HUC confirmaba en enero un Plan de Contingencia para paliar esta situación, aunque la gente que trabaja en ese departamento asegura que ninguno de los planes anunciados han sido efectivos por ahora y que solo «se están poniendo parches».

 

A esto hay que añadirle que la Diputación del Común ha abierto una investigación de oficio sobre las urgencias hospitalarias dada la situación actual de los hospitales canarios, sobre todo en el HUC y el Negrín. La situación en ese hospital es insostenible. La pasada semana el Sindicato de Técnicos de Enfermería volvía a denunciar la “precariedad” en la que se encuentra el servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), una situación que, según esta organización “afecta gravemente a la integridad física y mental de los profesionales y a la atención que reciben los usuarios”.

 

Desde el sindicato se afirmaba que mientras los responsables sanitarios “eluden” adoptar medidas para solventar la “penosa situación” de este servicio, la falta de camas y camillas continúa obligando a las ambulancias a pasar horas en la puerta del centro hospitalario esperando para dejar a los pacientes. Y añadía que se trataba de “una realidad que paraliza los vehículos e impide el traslado de otros usuarios, como, por ejemplo, los que se deben desplazar del Servicio Normal de Urgencias del centro de salud de San Benito al HUC, de manera que, además de comprometer la asistencia sanitaria de estos pacientes que precisan unos cuidados hospitalarios, se sobrecarga a los profesionales de estos servicios”.

 

A esto le añadimos lo que nos encontramos en la memoria del Defensor del Paciente sobre las quejas tramitadas durante el pasado año y que no deja en buen lugar a Canarias. Además de ser una de las comunidades autónomas en las que se aumentan las reclamaciones, las Islas destacan por «mala gestión» en los servicios de Urgencias, que el texto califica como «los peores del país». De hecho, de toda la red de centros hospitalarios en el territorio nacional, el servicio de Urgencias del Hospital Universitario (HUC) es el que más reclamaciones ha recibido.

 

Hemos oído relatos de personas con ictus que se pasan más de una semana en una silla porque nadie les atiende, de personal médico y de enfermería escaso, que hacen turnos de 24 horas y a los que se les exige de todo, de gente trabajando que hace más de lo que puede. De personas que se pasan en ese servicio horas y días y cuyas ambulancias, las que, por ejemplo, tienen que quedarse en la camilla dejando el vehículo inoperativo.

 

Y así pasa que, de las 10 a 12 ambulancias que hay en el área norte de la isla, entre ocho y nueve están aparcadas por fuera del hospital pendiente de la camilla. Puede suceder un accidente en la TF-5 y los recursos están inmovilizados porque no hay suficientes vehículos autorizados para llevar hasta un hospital a los heridos.

 

No es el sitio para realizar un triaje y falta espacio, para el personal y el paciente. Hay sobrecarga de trabajo y esto se traduce en una deshumanización del cuidado y problemas para atender a los pacientes que presentan un cuadro en sus vías respiratorias estos días e, incluso, se producen limitaciones por las ambulancias para el traslado de pacientes. Estos son algunos de los puntos que denuncian los profesionales que trabajan en los pasillos de las urgencias de cualquiera de nuestros hospitales.

 

El colapso en este departamento no solo se debe a picos de enfermedades como la gripe. Según algunos trabajadores, el problema radica en la descoordinación y en la ubicación inadecuada de personal calificado. Uno de los sindicatos destacaba la insuficiencia de instalaciones, servicios y materiales en otros centros, lo cual exacerba la situación tanto para usuarios como para el personal sanitario, que se ve desbordado.

 

Todo esto nos lleva a una problemática que requiere una atención urgente y a unas medidas correctivas que no solo mejoren los tiempos de espera, sino que también aseguren que los pacientes reciban la atención adecuada en instalaciones dotadas de los recursos necesarios.

 

Por tanto, la situación crítica de las urgencias en Canarias no es un fenómeno aislado, ya que se extiende a diversos centros hospitalarios de la región. La falta de personal y recursos no solo afecta a los pacientes que requieren atención inmediata, sino que también incide en aquellos que necesitan tratamientos continuos y seguimiento. Esta realidad se ve agravada por la escasez de camas hospitalarias, lo que obliga a muchos pacientes a esperar en camillas en los pasillos, una situación que no solo es indigna, sino también peligrosa desde el punto de vista sanitario.

 

Además, la falta de coordinación entre los diferentes niveles del sistema de salud, desde la atención primaria hasta los hospitales de alta complejidad, contribuye a la saturación de las urgencias. La derivación de pacientes no siempre se realiza de manera eficiente, lo que genera cuellos de botella y retrasa la atención adecuada.

 

Podríamos decir que esta situación, requiere una intervención inmediata y sostenida para garantizar que todos los ciudadanos reciban la atención que necesitan en tiempo y forma. La salud es un derecho fundamental, y es responsabilidad de todos trabajar para que este derecho se respete y se proteja.

 

Los profesionales de este departamento denuncian la falta de camas, como una de las principales quejas y carencias que aseguran padecer día a día, y que uno de los problemas que existen en las Urgencias del HUC son las largas esperas que sufren los pacientes para ser valorados por los facultativos.

 

La noticia aparecida en el mes de diciembre hablaba de que en los hospitales públicos de Canarias había hasta 600 camas ocupadas por pacientes dados de alta y “declarados en desamparo, masificando las plantas de hospitalización y colapsando los servicios de Urgencias”.

 

Según las cifras, detalladas por provincias, había 235 personas en el Hospital de La Candelaria, 33 en el servicio de Urgencias, de esa misma instalación hospitalaria. En el HUC se encontraban en esa misma situación otros 133 en planta y otros 45 en Urgencias. En el Hospital Doctor Negrín en Gran Canaria se contabilizaban otros 128 pacientes, más 30 en Urgencias. En el Insular-Materno Infantil no había ninguno en los servicios de Urgencias, pero sí 67 en planta.

 

Si esas camas pudieran estar libres, se habrían paliado parte de los problemas porque también se habrían creado las plazas de residencias geriátricas necesarias en las islas. Una cosa lleva a la otra, pero las autoridades están a otra cosa.

 

En toda Canarias se ha contabilizado un déficit de más de 8.000 plazas en las áreas sociosanitarias, mientras que el servicio sanitario público se ve obligado a albergar pacientes crónicos y dependientes vulnerables que ocupan camas en detrimento de los que esperan por los servicios de urgencia.

 

Francisco Candil, que es el vice consejero de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, ponía paños calientes y aseguraba que esa estrategia se presentaría en el primer trimestre del año, con el III Plan de Infraestructuras Sociosanitarias, pero no se crean que ahí comienzan a trasvasar mayores, no. Será en los siguientes años cuando comiencen a funcionar esas plazas sociosanitarias y residenciales.

 

Ya tenemos experiencia en eso, porque con el anterior plan, Fuerteventura, La Palma y La Gomera implementaron el 100 % de sus previsiones, mientras que en Tenerife y Lanzarote no se ejecutó prácticamente nada.

 

Las infraestructuras del Hospital del Norte no están a la altura de las necesidades actuales, porque son antiguas y carecen de la modernización necesaria para ofrecer un entorno seguro y adecuado tanto para los pacientes como para el personal sanitario. Los equipos médicos obsoletos y las limitadas camas disponibles son problemas recurrentes que dificultan la atención oportuna y adecuada de los pacientes. En muchos casos, los pacientes se ven obligados a esperar en condiciones precarias debido a la falta de espacio y recursos.

 

Se podría decir que el personal sanitario del Hospital del Norte trabaja en condiciones extremadamente difíciles. La alta carga de trabajo, combinada con la falta de recursos y el estrés constante, lleva a un agotamiento físico y emocional significativo. Muchos profesionales se sienten desmotivados y desvalorados, lo que afecta su rendimiento y bienestar. La ausencia de reconocimiento y apoyo adecuados por parte de la administración agrava aún más esta situación.

 

A la situación, por ejemplo, en el HUC, le podríamos sumar el cese del doctor Guillermo Burillo, responsable de Urgencias y experto en esta rama de la medicina y conocido por su dedicación y esfuerzo, siendo una figura clave en el manejo de situaciones críticas en el hospital. Su despido ha dejado un vacío relevante y la decisión ha sido duramente criticada por sus colegas y los pacientes, quienes reconocen la importancia de contar con personal capacitado en estos momentos de alta demanda.

 

Aún estamos esperando que se tomen medidas inmediatas y efectivas, como podría ser la implementación de políticas públicas que promuevan la inversión en el sistema de salud, la contratación de más personal y la mejora de las condiciones laborales.

 

El sistema hospitalario canario enfrenta una serie de desafíos que requieren una atención urgente y un compromiso por parte de todos los actores involucrados y no solo de ceses, sino de contratación de más personal y equipamiento. Solo a través de un esfuerzo conjunto y sostenido será posible mejorar la calidad de la atención sanitaria y asegurar que todos los ciudadanos reciban el cuidado que merecen.

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 22 de febrero de 2025

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *