EL MONÓLOGO / 264
Sin luz y sin votos

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Por Pepe Moreno *

 

 

Después de que la semana pasada me ocupara del funeral del Papa Francisco. Que escribiera una especie de obituario de la figura del Sumo Pontífice y que hablara de la turra que nos estaban dando los medios de comunicación con todo lo que pasaba en las calles de Roma y del Vaticano y de lo que decían y pensaban los que esperaban para darles su último adiós, hoy quiero hacerlo del apagón. Nosotros tenemos experiencia en los ceros energéticos, pero aparecíamos en las informaciones como unos insolidarios, teníamos luz y transmitían que esta es una tierra que vive en territorio feliz y que nada nos preocupa.

 

Nada más lejos de la realidad. Hemos padecido esas situaciones en el pasado y nunca nadie se ha ocupado de lo que pasaba en esta tierra. Hemos tenido hasta siete apagones en Canarias desde 2009. Si hacemos un poco de historia, el primero tuvo lugar en Tenerife, aunque desde antes ya se habían producido importantes incidencias en el tendido eléctrico. En 2023 tuvo lugar una interrupción en el servicio eléctrico en La Gomera y antes fue en El Hierro, con un corte que se prolongó durante varias horas en el pasado mes de mayo. A los 60 minutos se restableció la luz en la mitad de la isla.

 

Pero si hay un punto que ha sido perjudicado por la falta de suministro es Tenerife. El último tuvo lugar en julio de 2020: la isla estuvo sin luz más de siete horas y ello afectó a 950.000 habitantes, es decir, el total de la población tinerfeña. Y nadie dijo nada, ni fuimos portadas, ni los informativos nacionales se hicieron eco de lo que estábamos pasando. Igual que en Madrid. Nadie dijo que no se podía cocinar, que las gasolineras no despachaban, que los cajeros estaban inservibles o que la vida era un sinvivir porque no había fluido.

 

En Tenerife ya teníamos experiencia porque también lo vivimos en el 2019 por un fallo en la central térmica de Granadilla que conllevó un cese en el suministro del que no nos recuperamos hasta 9 horas después. Diez años antes, en el 2009, se produjo oficialmente el primer cero energético de Tenerife. Por aquel entonces, un rayo había caído en la subestación entre Arico y Güímar y del que tardaron hasta 2 horas en recuperar el 50 % de la luz.

 

Para hacer una historia de este fenómeno, tenemos que recordar que, en febrero de 2010, se producía otro apagón como consecuencia de un fallo en la central térmica de Las Caletillas. Este fue en horario de noche y Endesa recibió una sanción de 600.000 euros. Un mes después, en marzo, un nuevo fallo arrastraba todo el sistema, afectando a 467.000 clientes.

 

La sanción a UNELCO-Endesa, que en aquel entonces se publicó en el periódico EL DÍA, sirvió para que me llamaran desde la compañía y que se declarara “persona no grata” y que mejor que no fuera a los encuentros periódicos que hacían. Lo asumí con mucho gusto.

 

Otro incidente se registró en La Palma, en setiembre 2013: un fallo en el interruptor de la Central eléctrica de los Guinchos dejó a los palmeros a oscuras por varias horas y ningún medio nacional hizo repercusión de esa situación. Lo hemos asumido porque en la Península no somos nadie.

 

En 2005, con la tormenta Delta, más de 300.000 personas se quedaron sin suministro, en algunos casos, hasta una semana. No fue realmente un apagón generalizado, pero ocasionó pérdidas millonarias, sobre todo para pequeños empresarios. Tengo muchas anécdotas de esa tormenta, porque la única emisora que funcionó fue Radio El Día, que metió un grupo electrógeno en cada emisor, porque en los estudios teníamos un equipo que daba fluido a todo el grupo de comunicación, prensa, radio, televisión, internet, y que nos permitió estar en antena durante la semana que duró la emergencia.

 

En el único sitio en el que no metimos un grupo fue en la montaña de La Altura, encima del barrio Suculum, porque pertenecía a Cellnex, antigua Retevisión, que suministraba el combustible por helicóptero, ya que el agua se había llevado el camino-senda que conducía hasta el lugar.

 

Fueron días intensos en los que no teníamos esa repercusión que ahora parece que tiene lo de la Península y sobre todo Madrid, que da la sensación de que no hay nada en el mundo más que la capital del Reino. Sin más, hasta el martes estuvieron haciendo especiales y dándonos la turra en las televisiones y en las radios nacionales con las estaciones de tren y los aeropuertos. No les importamos nada, y me refiero a Canarias en su conjunto.

 

He hablado con Mariano Hernández Zapata, el consejero de Transición Ecológica, a quien pregunté si lo habían llamado del Gobierno Central y me contestó que no, que solo había hablado con Red Eléctrica y con la gente de Endesa, en Canarias, “para reconfirmar con ellos que todo estaba en orden”. Y nada más. Una persona con experiencia, que habla con los operadores y los distribuidores de energía, y su testimonio no les sirve. Así les va. Pero claro, los canarios nos tuvimos que tragar todo lo que pasaba en la Península.

 

Eso, a pesar de que, en estas islas, el consejero de Política Territorial, Cohesión Territorial y Aguas, Manuel Miranda, manifestaba el martes pasado que el Gobierno de Canarias mantenía ese día el nivel de emergencias del Plan Territorial de Emergencia de Protección Civil de la Comunidad Autónoma de Canarias (PLATECA). Todo eso a pesar de que entonces ya se habían restablecido en su totalidad los servicios de comunicaciones esenciales en el archipiélago, si bien la inestabilidad existente en las distintas operadoras impidió levantar dicho nivel.

 

Se perdieron más de quinientas llamadas y sé que hubo problemas tanto en la telefonía fija como móvil y datos, pero la situación era aquí más propicia que en la Península ibérica, a pesar de que las empresas de suministro eléctrico y las de telefonía no garantizaban al Gobierno de Canarias la estabilidad en las comunicaciones. ¿Por qué hacen eso?, ¿era un plan urdido para que estuviéramos alerta? Dicen que en cualquier momento podría volverse a caer el sistema. Por eso, se mantuvo activa la declaración de emergencia hasta el pasado jueves.

 

En Canarias, el servicio más afectado fue el de Información y Atención Telefónica 012, que está disponible las 24 horas del día los 365 días del año, en el que se puede obtener información general sobre los servicios públicos canarios y la gestión de determinados trámites administrativos, como las citas médicas y de enfermería en Atención Primaria.

 

A lo largo de la mañana del lunes y martes dio problemas y muchos ciudadanos no podían contactar ni acceder al mismo debido a que la operadora de telecomunicaciones Movistar no había restablecido el suministro en su totalidad. No solo fue ese operador, también lo fueron Jazztel y Orange, habiéndose extendido de forma más generalizada a partir de las 20.30 horas.

 

Le echaron la culpa a la falta de suministro eléctrico de las centrales de Sevilla y Málaga. En la mañana del martes aún había problemas de conexión. En definitiva, Canarias ha sufrido una caída de sus sistemas de telecomunicaciones -tanto internet móvil como fijo y llamadas- cuya extensión y afectación era, en ese momento, indeterminada. ¿Y qué tiene que ver todo esto con las islas?

 

Decía, en estos días, el vicepresidente de la Federación Provincial de Empresas del Metal y Nuevas Tecnologías de Santa Cruz de Tenerife (Femete) y presidente de la Asociación Empresarial de Instalaciones Eléctricas e Infraestructuras de Telecomunicaciones (Asinelte), Juan Alberto Gutiérrez, que nuestro engranaje eléctrico es “débil, frágil, muy obsoleto y uno de los más contaminantes de la Unión Europea, además de presentar un déficit de generación que son especialmente significativos en islas como Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura”. Y es eso lo que debe preocuparnos, aunque recordemos que se está trabajando en ello. Aunque las cosas de palacio van despacio, ese proceso puede tardar entre un año o año y medio.

 

En la Península Ibérica hace dos meses que Red Eléctrica alertaba del peligro que se podrían producir a causa de las “desconexiones de generación” y que podrían llegar a ser “severas” si se continuaban con las fuentes de energías renovables. Los impuestos que nos han cobrado por la agenda 2030, lo de cambiar energías naturales por las de combustibles, hecho a lo bruto, es lo que ha provocado el corte del pasado lunes. Por eso no dicen de quién fue la responsabilidad, porque a ellos, a esos organismos irían todas las reclamaciones. Ahora mismo no hay a quien pedirle las indemnizaciones y por eso no se señala a nadie.

 

Es decir, qué mucho rollo con lo de las energías renovables, naturales, eólicas o solares y luego pasa esto. Lo mismo que la polémica de si lo producido, una central nuclear nos puede sacar de una situación como esta. Este es un argumento que puede ser considerado de izquierdas o de derechas. Los de la siniestra están por cerrarlas y los de la diestra por considerarlas la salvación. Pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido tajante al decir que «los ciudadanos deben saber que durante esta crisis las nucleares lejos de ser una solución han sido un problema».

 

Lo que pasa es que a los que no somos de un sitio ni del otro nos convencen con razones y de momento no las hemos visto. Por cierto, ¿han visto ustedes, a lo largo de estos días, a la ministra de Transición Ecológica? ¿Saben cómo se llama? Sí, aquella que dejó Teresa Ribera a cargo del ministerio que ella llevaba antes de ser Comisaria Europea. Se llama, para que no la busquen, Sara Aagesen, y ayer viernes se reunió con su homóloga portuguesa para recuperar la normalidad, para que vuelva a confiar en nosotros porque la interconexión eléctrica entre ambos territorios es fundamental.

 

Dicen que la ministra, que también es vicepresidenta cuarta del Gobierno, acompañó a Pedro Sánchez en la primera visita que hizo la noche de autos a Red Eléctrica y que después volvió y se quedó toda la noche hasta que se recuperó el servicio. ¿Es eso todo lo que debe hacer un servidor público? Me parece que no, pero ustedes mismos para responder.

 

Nos recomendaban tener a mano el llamado “kit de supervivencia”, como si esa fuera una solución. Nadie les explica a las emisoras de radio que tienen que poner un generador eléctrico en los estudios, pero también en los centros emisores, porque si no es así no se les podrá oír. Es lo que se hizo desde Radio El Día y así pudimos estar presentes en muchos hogares y haciéndole compañía a mucha gente, que sabían dónde expresarse y decir lo que les pasaba durante una semana.

 

En fin, no voy a extenderme más. Ha sido una crisis de la que no sabemos nada. El presidente ha comparecido desde la Moncloa varias veces, y sólo en una ha contestado a las preguntas de los informadores. Una falta de respeto hacia el trabajo que realizamos todos los que nos dedicamos a esta labor. Ha dicho que no hagamos caso a los bulos o a las informaciones falsas, ¿y él qué ha hecho para desmentir todo lo relacionado con el apagón? ¿O para dar una explicación de lo que pasó? Nada se sabe de qué fue lo que pasó.

 

Tardó seis horas en comparecer en una tribuna pública para hacer una declaración, luego lo hizo varias horas después y no desveló las causas. Habló de una anomalía y que habían desaparecido «súbitamente» 15 gigavatios de la energía que en ese momento estaban en el sistema, o lo que es lo mismo, desapareció el 60 % de la energía que se estaban consumiendo en el país en ese momento. ¿Y por qué? Dicen que de esta forma se explicaría el gran apagón. Si la frase de que la energía, ni se crea ni se destruye, como dijo el químico francés Antoine-Laurent Lavoisier, ¿qué fue lo que pasó? Muchas preguntas y casi ninguna respuesta. ¿No creen?

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 3 de mayo de 2025 (sábado)

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