EL MONÓLOGO Nº038
Lo que el virus se ha llevado

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Pepe Moreno *

 

 

Espero que la Nochebuena y la Navidad las hayan disfrutado plenamente todos los lectores de esta plataforma de Canarias en positivo y que la felicidad reine en cada uno de ellos que es lo que está mandado, lo natural y lo deseable.

 

Lo que pasa es que entre la realidad y los deseos hay siempre un espacio en el que deciden otros y en el que es imposible interceder. El destino, los designios del creador, las casualidades -aunque haya quien no crea en ellas- las conjunciones estelares y un largo etcétera de explicaciones hacen que la vida se vaya jalonando de hechos que conforman nuestro devenir diario.

 

Todo esto en medio de un mundo que se ha enrarecido en los últimos tiempos. Que nos ha cambiado el estrechar las manos por darnos un codazo, que ha hecho que en nuestras casas ya no podamos hacer lo que queremos, sino que debemos cumplir con la legalidad vigente y que las reuniones familiares estén reguladas por las disposiciones publicadas en el BOE.

 

Pero estamos vivos, tenemos salud, están las plataformas digitales, las conversaciones telemáticas y los mensajes ya realizados por otros para felicitar y desear lo mejor a los demás, unos personajes que no podemos ni siquiera incluir en el rango de allegados, porque al no ser convivientes se tienen que conformar con ese mensaje en el que condensamos todos nuestros deseos. Hace un año discutíamos si se podían chupar las cabezas de las gambas y este año hemos sorteado quiénes serán los que se sienten a unas mesas llenas de restricciones gubernamentales.

 

Amanecimos el día de Navidad con la conciencia de si habíamos hecho lo correcto y nos encontramos con informaciones periodísticas en las que los sanitarios se echan las manos a la cabeza de lo que se les avecina por culpa de tanta reunión familiar. ¿Pensarían lo mismo los sanitarios que atendían a los heridos en los bombardeos de los conflictos armados que hemos sufrido en algún momento de nuestra historia? ¿Culparían de igual modo a los ciudadanos por haberse quedado en sus casas y no haber acudido a cualquier refugio antiaéreo o los atendían acordándose de las madres de los pilotos que habían ocasionado ese daño?

 

Aquí parece que los ciudadanos que se reunieron el jueves y el viernes se contagiarán, sin remisión, y que serán los culpables de que ellos tengan trabajo. Da la sensación de que no les importa el sufrimiento de los enfermos, sino en la cantidad de tiempo que les tendrán que dedicar para que recuperen su estado natural.

 

Siempre, si se fijan en cada uno de los mensajes que nos trasmiten, somos nosotros, los ciudadanos, los que incumplimos y a los que hay que señalar como irresponsables por algo que puede parecer normal, lógico y lleno de una tradición ancestral como es que la familia se reúna en fechas señaladas como son las de Nochebuena y Navidad.

 

¿No es peor que las autoridades no hayan encontrado una solución al hacinamiento de una residencia de mayores que acoge a más de mil personas entre tercera edad y trabajadores? ¿Han oído a alguien que haya puesto en entredicho las medidas de prevención de un edificio como ese? ¿De verdad que no hay ninguna responsabilidad institucional en los contagios que se han producido en esos edificios en los que conviven cientos de personas de la tercera edad en unas condiciones que serían bastante discutibles en función de las indicaciones difundidas y que todos tenemos que cumplir?

 

Estamos en unos tiempos en los que todos tenemos una parte que cumplir. Nuestra sociedad es interdependiente y el flujo debería ser en doble sentido, pero parece que no es así. Los que nos tienen que cuidar, a los que aplaudimos en marzo, abril y mayo, son los que hoy protestan y nos dicen que están saturados. No tengo que decir que también.

 

Estoy saturado de que no me atiendan sino por teléfono, que tenga que pedir cita previa hasta para ir al baño, que no pueda ir a ningún sitio sin llamar antes, que tenga que guardar cola para entrar a comprar una barra de pan, que haya gente que cuestione si hay mucha gente en la calle o que hayan cercenado la posibilidad de hacer un poco de deporte en un gimnasio. Lo aceptamos porque nos dicen que en ello nos va nuestra seguridad y un futuro en el que el virus en concreto tendrá menos posibilidades, pero ¿cuándo será eso? ¿hay fecha?

 

En Tenerife, durante la madrugada del 24 al 25, la Policía de La Laguna levantó un total de 15 actas por incumplimiento del toque de queda establecido por el Gobierno de Canarias. Esta isla en concreto se rige por un régimen más estricto en cuanto a la reunión de personas. Así, los agentes locales junto a la Policía Nacional realizaron 14 actas por incumplir las restricciones horarias y una a un establecimiento abierto después de las 22:00 horas.

 

Mientras que, en Las Palmas fueron denunciadas 29 personas por no respetar el toque de queda establecido por las autoridades sanitarias en Nochebuena y otras 30 por hacer botellón en la vía pública. La Policía valoró que durante estas fechas la conducta como «tranquila» con un cumplimiento casi absoluto de las medidas de restricción de movimiento y la limitación de las celebraciones a grupos de máximo 10 personas.

 

En Gran Canaria se llevaron a cabo inspecciones en diversos puntos habituales de concentración de personas para consumir alcohol, detectándose la celebración de 5 botellones y resultando 30 personas denunciadas por beber alcohol en la vía pública.

 

De los puntos de botellón destaca la intervención llevada a cabo por el GOIA-UE en el barranco de La Ballena, donde 14 personas se encontraban reunidas y fueron sorprendidas por los agentes sin hacer uso de la mascarilla e ingiriendo bebidas alcohólicas. En esa isla se tramitaron 19 sanciones por la celebración de reuniones de más de 10 personas, incumpliendo el límite establecido por las autoridades sanitarias para la Nochebuena.

 

Como ven en todos sitios cuecen habas y las actuaciones policiales se suceden en busca de los que no cumplen o al menos así nos lo cuentan para general escarnio, para que los que nos vigilan tras los visillos tengan más argumentos, para que los que estén pensando en algún tipo de artimaña para saltarse esa libertad vigilada sepan que otros ya cayeron.  Es una manera de meternos en el subconsciente que si nos saltamos algún epígrafe de la ley siempre habrá un agente dispuesto a sancionarnos.

 

Estamos en un tiempo diferente en el que tenemos que hacer lo posible por no seguir expandiendo un coronavirus para el que, desde hoy, con las primeras vacunaciones, tenemos una esperanza de inmunizarnos, pero ya nos están preparando en el sentido de que hay algunas cosas que tendremos que seguir haciendo, como son mantener la distancia social, el uso de mascarillas o ciertas normas de comportamiento.

 

Lo del virus nos está cambiando todo, incluso el mundo tal y como lo conocemos y como argumento válido para que esos cambios se produzcan sin que nos revelemos y el que lo haga sea tachado de negacionista, aunque sigo pensando que una cosa es revelarse contra algunas cosas y otra muy diferente negar todo el referente a la COVID-19.

 

En fin, que estamos ante un tiempo diferente y parece que lo aceptamos, ¿ustedes que creen?

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

La Laguna (Tenerife), 26 de diciembre de 2020.

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