EL MONÓLOGO Nº044
La distracción como pasatiempo

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Pepe Moreno *                                                                

 

 

Me preguntaba esta mañana de qué iba a escribir este monólogo para no seguir con todo lo que tenemos encima de la pandemia y de lo relacionado con la crisis económica que estamos padeciendo. Me hice el propósito de no volver a ser pesimista ni a cargar contra nuestros políticos a cuenta de cómo lo están haciendo, por tanto, tendré que estrujarme la cabeza para encontrar un tema que desarrollar y así mostrar en Canarias en Positivo un escrito.

 

Y le he dado muchas vueltas, pero claro, soy como soy y es muy difícil sustraerme a lo que está pasando. Por ejemplo, el otro día, en la radio, me dio por preguntar dónde se contagió de COVID-19 el presidente del Cabildo, Pedro Martín, y cómo le había podido pasar a una persona que entiendo que es recto en su proceder y que cada día nos da consejos de lo que debemos hacer para no seguir difundiendo el virus. Lo dije desde el punto de vista de alguien preocupado por lo que le pueda pasar a un dirigente insular, al que veo comprometido y al que, miren por donde, el virus llegó hasta su cuerpo.

 

El presidente estaba enfadado conmigo. Dijo en antena que yo lo había dicho con un tono en el que dejaba entrever que había incumplido comportamientos, que si sabía algo que no había contado hasta ese momento que lo dijera, que lo denunciara, que le parecía muy mal hacer ese tipo de comentarios en un medio de comunicación. Y se explayó en consideraciones acerca del papel de los medios y de los comunicadores.

 

Mi ánimo nunca fue ese. Ya he dicho que pregunté desde un punto de vista eminentemente de curioso, de saber cómo era posible que una persona pública, que sabe tan bien los protocolos de protección ante estos contagios hubiera sido sorprendida y cayera enferma. Pero el presidente del Cabildo lo entendió de otra manera e incluso interpretó el tono, posiblemente porque se lo contó alguien, desde un punto de vista censurante o maledicente. Nunca fue ese el ánimo y los que me conocen saben que no soy así.

 

Pero Pedro Martín lo dijo. Y lo hizo en una emisora en directo, quizás -y ahora soy yo el que va a emplear la suposición- para amilanarme, para dar a entender que él es fuerte, poderoso y que nadie puede dudar de las cosas que dice o plantea. Bueno, pues si lo cree así es como para pensarlo. Dije que me gustaría saber qué le pasó y sigo manteniendo mi curiosidad intacta. No respondió, pero sí que demostró que él no tiene por qué hacerlo.

 

Cuando hice la pregunta buscaba conocer detalles y mostraba mi preocupación por la salud del presidente, pero el hombre quiso demostrar públicamente que puede criminalizar a quien le moleste y que no permite que nadie sea díscolo en un mundo insular que él preside y que, por lo tanto, su palabra es de ley y si dice que en su día dio positivo, cualquier cuestión sobre esto sobra, ni para saber cómo está.

 

¿Le pasa esto a muchos de nuestros políticos? ¿Se creen superiores? ¿Deben dar explicaciones de lo que les pasa o están por encima de ello? Esas son preguntas que me estoy haciendo desde el mismo momento en el que veo a alguien, que ostenta una representación pública por la fuerza de los votos, que se revuelve porque entiende que las preguntas que se le hacen no son las apropiadas.

 

Siempre he mantenido que las preguntas no son incomodas y que las que pueden ser catalogadas de esa forma son algunas respuestas. Cada día nos encontramos más con que lo que ha respondido el cargo político no tiene nada que ver con la pregunta realizada. Los periodistas preguntan, por ejemplo, quién dio la orden que abría la valla del puerto de Arguineguín y salieron 200 inmigrantes y la respuesta es que no se sabe. Que se está investigando, que se está poniendo en duda instituciones democráticas o un sin fin de palabrería que no despejan las dudas ni esclarecen qué fue lo que pasó.

 

Estamos ya en la primera semana del segundo mes del año y todo sigue igual. Un cero turístico que impide abrir hoteles, que no se sabe cuándo vamos a tener otros objetivos que no sean cuando se terminará con una situación que nos ha trastocado la vida de todos. Estamos encandilados con una operación de vacunación que no termina de arrancar y que no va pareja con el número de contagiados que cada día conocemos. ¿Cuándo comenzarán a notarse los efectos? Es decir, la cantidad de inmunizados con la rebaja de contagios.

 

Ahí es donde notaremos que la Covid-19 empieza a remitir y que la investigación ha logrado ganar la batalla a un virus del que todavía hoy desconocemos como empezó a afectar a los humanos y porqué ha causado tantas muertes en todo el mundo. ¿Fue un virus de laboratorio o la mutación de un coronavirus que hasta ese momento no afectaba a la naturaleza de las personas? Nadie ha vuelto a especular o a indagar en el origen. Hoy toda la investigación se centra en luchar para que no siga afectando a la salud y en erradicar sus nefastos efectos.

 

En Canarias estamos atentos a lo que sucede en un día a día que tiene varios frentes abiertos y que van desde la lucha contra la pandemia a la inmigración y las condiciones en las que viven los que se arriesgan a cruzar el océano en pequeñas embarcaciones para buscar una forma de vivir en mejores condiciones que las que se encuentran en sus aldeas africanas. Ya no hablamos de cómo ha caído la licitación pública, de los problemas burocráticos de nuestras ciudades que carecen hasta de Planes de Ordenación Urbana o de lo que tarda cualquier licencia para acometer proyectos que no pasan del papel a la ejecución práctica.

 

Fíjense en el dato. El montante de los contratos de obras públicas licitados por el Gobierno de Canarias cayó en 2020 un 41% en relación con 2019, según los datos de Seopan, la patronal de las grandes constructoras del país. En cifras nacionales, la licitación pública ejecutada en 2020 por todos los organismos públicos del país alcanzó un importe de 14.114 millones de euros, lo que representa una caída del 22,9% respecto a los 18.300 millones que se licitaron en 2019, a raíz de la caída de la actividad registrada desde el estallido de la crisis del coronavirus.

 

Nosotros, estas islas, doblamos la media nacional, pero ¿alguien esgrime algo de esto? ¿Cuánto tiempo hace que no se analiza la situación de las carreteras en cada isla? ¿Conocemos qué van a hacer con eso que en su día fue presentado con todo lujo de infografías y de acciones? Poco o nada.

 

Hablamos de planes de vacunación y la materia prima, los viales, no llegan porque los que mandan en esas fábricas las desvían hacia destinos que pagan más y mejor y que tienen otras economías más boyantes. Lo demás, que esperen. Decía el presidente Ángel Víctor Torres que nuestras islas tenían capacidad para administrar 30.000 vacunas al día, lo que supondría tener inmunizada al 70 % de su población en tres meses y 21 días, pero claro, siempre y cuando las dosis lleguen en tiempo y forma.

 

Todo esto contrasta con la realidad, que refleja que, hasta el momento, en el mejor de los días, Canarias ha podido inocular 6.300 vacunas. En la actualidad, debido a la escasez de suministro, el presidente ha reiterado la importancia de que los laboratorios hagan llegar a España cuanto antes las dosis comprometidas en los contratos firmados por la UE, ya que la vacunación frente a la covid-19 constituye «el incentivo económico más importante» para regiones como ésta.

 

Es decir, por un lado, va la realidad y por otro, el deseo, pero nos lo dicen con tan rigurosidad de planteamiento, que nos quedamos con la primera parte del enunciado -que podemos inmunizar al 70 por ciento de la población -que a la segunda parte ni le prestamos atención y es ahí -que debido a la escasez del suministro no se puede cumplir -donde está la cruda verdad.

 

Llegados a este punto es cuando vuelvo al comienzo del presente artículo y a la polémica con el presidente del Cabildo de Tenerife, y a preguntarme, ¿estaría intentando, acaso el señor Martín, distraerme con la polémica y que no entráramos en qué hace la Corporación Insular por todos los sectores que se están viendo afectados por las medidas restrictivas que se imponen en aras de parar la expansión del virus?

 

No sé si es así, pero lo parece. ¿O no?

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

La Laguna (Tenerife), 6 de febrero de 2021.

Responder a Pablo Reyes Nuñez Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *