EL MONÓLOGO Nº046
Distracciones varias

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Pepe Moreno *                                                                

 

 

Estamos todos a la espera de ver cómo quedan los distintos niveles de restricciones para los próximos días. Con un Gobierno Canario que debate en su seno las subidas y las bajadas de las islas, el comportamiento de los ciudadanos durante las fases que se impusieron hace unos días y que, con estas normas se imponía un freno en tiempos de carnaval a lo que podía ser una celebración mundana.

 

Y todo esto porque no confían en la responsabilidad de todos y así se imponen unas medidas en las que más vale cortapisas que confiar en que todo el mundo va a ser consciente de lo que nos jugamos. Por eso estamos a la espera de lo que se decida mañana. Dicen que lo más seguro es que Gran Canaria baje un nivel o que Tenerife podría pasar de la fase 1, en la que estamos, pero con algunas restricciones añadidas, a una fase 2 en la que nos encontraríamos a la vista del nivel de contagios sumados durante la última semana.

 

Pero vayamos a los números. Desde el domingo pasado, día 14, hasta ayer, Tenerife sumó 350 nuevos casos, mientras que Gran Canaria, en el mismo periodo de tiempo, ha tenido 389. Sin embargo, parece seguro que la isla redonda bajará hasta el dos y que Tenerife subirá un nivel y se igualaría en ese mismo grado. ¿Es lógico? ¿Llevan a eso los números? ¿Es para preocuparse y estar con este suspense? Que cada uno se responda.

 

Luego tenemos los otros números, los que miden los contagios a siete y a catorce días, que nos indican que efectivamente en Tenerife han subido, pero que en el conjunto del Archipiélago nos mantenemos por debajo de los 50 de media que nos piden las organizaciones sanitarias para no encender las luces de alarma.

 

Siguiendo con la retahíla de números, en Tenerife hemos pasado de los 284,6 casos de media que se registraban el 23 de diciembre a los 66,4 durante el mes de febrero, cuando nos bajaron de nivel, pero se mantuvieron algunas restricciones a los 78 que presentamos ahora.

 

Haciendo un recorrido por los hospitales más representativos, el HUC y el de La Candelaria, en el primero hay 20 pacientes en UVI de los que 11 están en situación crítica con respirador y en el segundo tienen 45 pacientes en esa Unidad, de los que 10 necesitan respiración asistida. En total quedan 116 camas en esas unidades especiales disponibles.

 

En Gran Canaria, según los datos oficiales, tienen ingresados a un total de 121 enfermos con la COVID-19, de los que 48 están graves y necesitan el uso de respirador. Bueno, pues con esos números dan por hecho que bajan de nivel, del 3 al 2 y, sin embargo, Tenerife con algunos enfermos menos y con menos en situación crítica, nos van a aplicar más restricciones o en el mejor de los casos seguiremos en nivel 1, pero nos aplicarán restricciones de toque de queda y de regulación del número de personas a agrupar.

 

Y en esas estamos, debatiendo el asunto de los niveles, sin darnos cuenta de que hay mucha gente que lleva demasiado tiempo pasándolo mal y a la que no le dan ni un ápice de tregua. Por ejemplo, ya tenemos a toda la población mayor de nuestra residencias vacunadas e inmunizadas ¿y se le ha dado algo más? ¿pueden reunirse con sus familiares? ¿pueden salir de sus hábitats a tomar sol, aunque sea?

 

Nadie se pronuncia sobre este asunto y poca gente cae en que lo que necesitan esas mentes es dejar atrás este tiempo y comenzar a encontrarse con los suyos, que se les acaba, por su edad, las vivencias y los reencuentros. Pero de eso no habla nadie. Esta parte del debate nos hurta de discutir el gran incremento que arrojan las listas de espera de la sanidad canaria en su conjunto, no ya de esto de la COVID-19.

 

El tiempo que media para someterse a una prueba, a una visita con un médico especialista o para una intervención quirúrgica se ha ampliado en un 13%. Los datos, que son tozudos, porque eliminan el debate ideológico o las excusas políticas, dicen que a finales de 2020 el tiempo medio de demora de las operaciones quirúrgicas en Canarias era de 150,5 días, frente a los 133 días que teníamos a finales de 2019.

 

Para paliar esta disfunción del sistema de salud, el consejero canario de este ámbito, Blas Trujillo, y el director del Servicio Canario de Salud, Conrado Domínguez, presentaron un plan de choque, de dos años de duración y dotado de 200 millones de euros, con el que prevén reducir en un 30% las esperas quirúrgicas, de consultas y de pruebas, con demoras inferiores a 90 días, además de garantizar la atención a personas con patologías oncológicas en menos de 30 días.

 

A lo largo de los últimos meses lo que sí ha aumentado es el número de personas que llevan más de seis meses aguardando por una intervención. En concreto, a principios de este año eran 6.512 las afectadas por esta larga demora, mientras que en el periodo anterior había 5.906 en estas circunstancias, un 10% menos. Y otro efecto de la pandemia ha sido la actividad quirúrgica, que se ha visto reducida durante el 2020 con respecto al anterior en un 16,6%, ya que en 2020 se realizaron 110.851 intervenciones, frente a las 132.880 de 2019.

 

En cuanto a las listas de espera para consultas especializadas atendidas en 2020 también se redujo ligeramente, un 0,47%, ya que se efectuaron 3.172.178 frente a las 3.187.234 realizadas durante 2019. El consejero Trujillo subrayó el aumento de las consultas telefónicas, que superaron el medio millón y aumentaron respecto a las de 2019 en un 264%.

 

Y es que claro, mucha gente se queja de que no consiguen que su médico les atienda, sino que le remiten a una cita por teléfono, ante lo que nadie pone orden ni concierto. En los datos ofrecidos destacan también las especialidades con más espera y que son oftalmología, traumatología, dermatología, rehabilitación y otorrinolaringología que engloban más del 71 por ciento.

 

Para luchar contra estos números y realidades, es decir, recortar las listas de espera en un 30%, reducir la demora a menos de 90 días y atender a los pacientes oncológicos en menos de 30 días, los dirigentes de la sanidad canaria presentaron un plan que tendrá dos años de duración, y en el que se prevé negociar contratos programa con gerencias y servicios hospitalarios para ampliar la actividad en horario de tarde y en fines de semana con la contratación de 250 sanitarios, coordinar los recursos disponibles para que un paciente sea atendido fuera de su área de salud o del hospital que lo incluyó en la lista de espera y dar preferencia a quienes «tienen peor pronóstico y a los que más esperan».

 

Es decir, lo mismo que ya se ha explicado en otros planes y que nunca hemos visto que alivien la demora de los pacientes canarios.  En febrero de 2017 había más de 100.000 pacientes en lista de espera sanitaria, 30.000 de ellos esperando una intervención quirúrgica y otros 70.000 para ser atendidos en alguna consulta especializada. Repasen los números de ahora y verán lo del hurto del debate.

 

A todo esto, podemos sumarle la situación económica en la que nos ha sumido esta pandemia, con un cero turístico que provoca que tengamos prácticamente todos los hoteles cerrados, con 84.403 trabajadores en ERTE hasta el pasado mes de enero. A esto hay que sumarle los parados inscritos en las oficinas públicas de empleo de Canarias, que creció en enero en 9.793 personas, un 3,63 por ciento, el mayor repunte de todo el país, para situarse en un total de 279.230 desempleados.

 

Eso sí que es para preocupar y a eso apenas si le estamos prestando atención. Estamos como estamos, pero nuestra atención se centra en qué pasará mañana y como se establecerán los niveles, pero ¿estamos más en la maniobra de la distracción o en lo que nos va la vida?

 

En este artículo hay datos para darle una pensada y eso que no nos hemos parado en las vacunas ni en la maniobra de distracción de pensar en hacerlo en los grandes espacios, que está bien, pero si tuviéramos los viales necesarios, cosa que parece que ahora mismo no es así, porque las grandes farmacéuticas tienen clientes más importantes, pero de eso hablaremos otro día.

 

Nos entretienen con tantas cosas que no pensamos en lo esencial o no quieren que reparemos en ello, que para eso tienen asesores que son maestros en las maniobras de distracción. ¿O no? Piénsenlo bien.

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

La Laguna (Tenerife), 20 de febrero de 2021.

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