EL MONÓLOGO Nº060
Absurda lógica

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 Pepe Moreno *

 

 

Hay cosas que suceden en estas islas que sigo sin comprender y que por muchas vueltas que le doy sigo sin entender. ¿Por qué Gran Canaria baja al nivel uno de restricciones teniendo los índices de ocupación en camas UCI peor que el resto de las islas? Pero es que tampoco entiendo los niveles de contagios que se dan en Tenerife y que nadie los explica.

 

Respuestas vagas en las que mezclan la dispersión en la población y que son casos que se reparten por toda la geografía insular, como si en el resto de nuestro territorio no se dieran contingentes poblaciones similares. Si miramos los datos, los últimos días, veremos que el lunes se registraron 27 contagiados en Gran Canaria por 64 en Tenerife con un fallecido en La Laguna. Al día siguiente, martes 25, se produjeron 29 en la isla redonda por 49 tinerfeños con cero fallecidos.

 

Tampoco se produjeron muertes al día siguiente y las cifras fueron de 21 contagiados grancanarios por 39 en esta isla. El jueves, un muerto en Granadilla y 28 nuevos enfermos en Gran Canaria, mientras que en Tenerife fueron 86. Ayer viernes se dieron 19 casos nuevos en aquella isla por los 72 aquí y otro cero en óbitos a causa de la COVID-19.

 

En total han sido dos muertos, desde el lunes, con 310 enfermos más en Tenerife por los 124 que se produjeron en el mismo periodo de tiempo en Gran Canaria. ¿Alguien puede explicar por qué en Tenerife se dan dos veces y media más casos que en la otra isla de similar población y con un reparto municipal más o menos igual? ¿Se han parado a encontrar las causas que provocan tal aumento de personas afectadas por esta enfermedad en una isla y en otra?

 

Creo que es fundamental dar respuestas a todas estas incógnitas para comenzar a poner los remedios necesarios que frenen el avance de esta patología en una sociedad, como la nuestra, que es tan dependiente de unos datos para que el turismo se reactive. Nuestro negocio sigue dependiendo de que transmitamos la seguridad necesaria para que los que nos eligen como lugar en el que descansar o en el que olvidarse de lo dura que está siendo la vida en todos los aspectos, y que aquí se encuentren a gusto y sin temores. De momento las incógnitas siguen estando ahí y nadie da las respuestas convincentes a la contundencia de las cifras y eso perjudica a una parte de este archipiélago.

 

A lo largo de la semana he preguntado a médicos, expertos, científicos, inmunólogos y otros especialistas y nadie da una respuesta convincente. Hablan de dispersión de habitantes, de contagios en reuniones familiares o de comportamientos no acordes con las medidas recomendadas, pero no se oye uno ni una sola contestación convincente.

 

También hay otras preguntas. Si consideramos a La Graciosa como una isla, según lo recoge el Estatuto de Autonomía, que la reconoce como la octava isla habitada del archipiélago, aunque dependiente administrativamente de Lanzarote, lo lógico es que tenga también una consideración diferente en lo relativo a la pandemia.

 

Sin embargo, esa isla, de poco más de 700 habitantes, también se encuentra en nivel de restricciones 2, como Lanzarote, ya que no tiene plazas hospitalarias y depende en todo de la isla más próxima, y en concreto del ayuntamiento de Teguise, que ocupa el tercer lugar de España en números de casos diagnosticados en la última semana. Y es por eso por lo que, a pesar de no tener ningún contagiado y estar libre de coronavirus, sufre el mismo nivel dos de restricciones.

 

¿Es lógico este nivel en ese territorio? Allí los siete restaurantes, una pizzería, dos hamburgueserías y dos cafeterías para desayunar o tomar algo de picoteo tienen limitados sus aforos a un tercio, tienen que servir en las terrazas y las mesas no pueden tener más de cuatro comensales. ¿Podrán aguantar mucho tiempo a pesar de no tener ningún caso registrado? ¿Quién aplica la normativa específica para este tipo de nivel en la lucha contra la pandemia? ¿Y cómo en esa isla se pueden cumplir con todas las especificaciones marcadas para esta situación?

 

Vamos con más cosas extrañas que están pasando en nuestra comunidad y que están relacionadas con estas vivencias. Gran Canaria ha bajado al nivel uno, es decir, que las reuniones pueden albergar a diez personas y que suben los porcentajes de mesas en restaurantes y bares y dentro de esas prerrogativas figura incluso la posibilidad de que puedan asistir espectadores a los eventos deportivos. Por ejemplo, podrían animar a los suyos en el partido por el título de la ACB de baloncesto frente al Real Madrid este fin de semana, pero desde la Federación ya han dicho que no es posible porque la Comunidad Autónoma no está en su totalidad en ese nivel.

 

Entonces, ¿es culpa de los tinerfeños y lanzaroteños que no pueda haber público en el pabellón grancanario? Si somos un territorio discontinuo, separado por el mar, ¿por qué Gran Canaria sufre esa discriminación frente a otros lugares de la geografía peninsular? ¿Necesitamos que todos tengamos los mismos niveles de restricciones para que podamos acceder a la nueva normalidad? Si aplicamos la lógica veremos que también en este apartado no hay lugar para ella.

 

De las casi 300 plazas de UCIs existentes en Canarias tenemos ocupadas, hasta ayer, 43 y el número sigue descendiendo, gracias a Dios, por una vacunación que avanza y por una menor incidencia de los casos. Incluso si miramos al número de contagios que se han producido después de terminar con el Estado de Alarma vemos que la incidencia apenas si se ha notado y que han fracasado en sus previsiones los agoreros que pronosticaban un incremento inusitado de enfermos.

 

Pero seguimos padeciendo los efectos de tanto policía del visillo o de agentes pertrechados de móviles que graban cualquier reunión para mostrar los peligros de que la gente se vuelva a encontrar los unos con los otros.

 

Hay más cosas ilógicas, como que se retire la necesidad de llevar consigo una prueba negativa a los que vengan a las islas. Es decir, en el aeropuerto ya no tendrán que aportar ningún documento, pero al llegar al hotel tendrá que mostrarlo porque si no es así no les podrán dar la llave de su habitación ni podrán ser registrados. ¿En qué quedamos? ¿Es necesario hacerse la prueba o no?

 

Durante los últimos días se ha producido la mayor operación para registrarse y figurar en un dietario de vacunación. La puesta en marcha de una aplicación con página web para inscribirse y recibir la inoculación contra la enfermedad, sea cual sea la edad, se enmarca en una recopilación de big data sin precedentes en la historia de Canarias.

Muchos han recibido ya la citación para acudir a un centro y ser vacunados. Y la alegría se ha impuesto en los más reticentes, en aquellos que no tenían ni fecha ni esperanzas de ser inmunizados frente a un virus del que todavía desconocemos muchas cosas. Y eso ha traído alegrías y la confianza necesaria de que se puede salir de ésta.

 

Las redes sociales se han llenado de mensajes de “lo conseguí”, “ya tengo cita”, “me voy a vacunar” y un largo etcétera de eurekas en un sistema sanitario que no ofrece muchas garantías de atendimiento para los que necesitan la consulta de un especialista o una intervención quirúrgica.  De ahí el regocijo al recibir el SMS de cita para ser vacunados, porque no se esperaban una respuesta tan cercana en el tiempo y tan concreta en cuanto a los plazos.

 

Hijos que recibirán sus dosis antes que el ciclo completo de sus padres, hermanos menores que adelantan a los mayores o gentes que nunca han ido al ambulatorio y que ahora figuran como pacientes de toda la vida. Es el milagro de unos responsables públicos que ven en esta parte de la desgracia la remisión de su lentitud en la gestión de la pandemia. Quedan algunas cosas más que sacar a relucir para ver que la lógica es el peor de los pensamientos que podemos aplicar en algunas cosas que nos están pasando y que nadie explica.

 

El Gobierno de Canarias hace lo que puede con lo que tiene, pero eso no significa que esté haciéndolo todo. Entre otras cosas porque no llegan todas las dosis que deberían, porque algunas de las normativas están más atrasadas que los acontecimientos y porque las ansias de librarnos de este virus supera la cantidad de vacunas que arriban a Canarias.

 

Absurdo es antónimo de lógica, pero eso ahora no cabe pensarlo. Lo que importa es cuándo nos tocará vacunarnos, que descienda el número de contagiados, que no haya más muertes y que cuanto antes recuperemos la normalidad, mejor. Solo hay que pensar en esto y a eso le llamamos lógica. Lo absurdo es todo lo demás.

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

La Laguna (Tenerife), 29 de mayo de 2021.

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