EL MONÓLOGO Nº081
Permisividad y dejadez

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Diferenciar permisividad de dejadez

 

 

Por Pepe Moreno *

 

 

En los últimos días hemos visto como en La Laguna se han reproducido una serie de hechos que han sido rechazados por todos los estamentos sociales y que han puesto de manifiesto que lo del imperio de la ley queda lejos para algunos. Me estoy refiriendo al botellón que tuvo lugar en el cuadrilátero de la ciudad de los Adelantados y que cercó, por unas horas, la convivencia ciudadana.

 

Se reunieron miles de jóvenes, y no tanto, en un lugar concreto para beber y para “disfrutar” de unas horas en un sitio y despreciando todas las normas de comportamiento que en los últimos tiempos han prevalecido para evitar la difusión de un virus que todavía está vigente en la sociedad. La pandemia no ha acabado y por tanto debemos regirnos por una serie de patrones, quizás un poco más rebajados, para que los actuales niveles de contagios no suban en proporciones indebidas.

 

Desde que todo esto sucedió vimos como una serie de personas han salido a la opinión pública para rechazar ese tipo de comportamientos. En primer lugar, a un alcalde, Luis Yeray Gutiérrez, que nos vino a decir que en esto también hay responsabilidades de los padres y que no se puede “estigmatizar a toda la juventud, que tiene todo su derecho a disfrutar de su ocio; eso sí, condenamos la actitud de pequeños grupos reducidos que se amparan en la multitud para cometer actos vandálicos y ejercer la violencia, algo que no tiene cabida en La Laguna”.

 

Añade el alcalde que “no voy a permitir que se diga que La Laguna es una villa de inseguridad o brutalidad”, y que “tenemos una aglomeración de jóvenes y no tan jóvenes que está suponiendo una alteración del orden y por supuesto tenemos que tomar todas las medidas que estén en nuestras manos, aunque somos conscientes que esto no se va a solucionar de un día para otro”.

 

Esto es hacer de mero relator de lo que está pasando, porque lo que si es cierto es que hasta el miércoles en la noche tenía un conflicto con la Policía Local de su localidad y que no había agentes que impidieran la llegada masiva de personas portando sus bebidas en bolsas de plástico, consumiendo en la vía pública, acto que está prohibido por las ordenanzas. Ni había policías ni nadie vigilaba estas concentraciones y es por ello por lo que han trascendido vídeos de varias peleas, como la de un joven que recibía una fuerte patada en la cara y caía desplomado, y otra que tuvo lugar en la noche del sábado al domingo.

 

En esa última ocasión también se produjeron, por lo que cuentan, otros desórdenes públicos, como un enfrentamiento en el que se llegaron a lanzar botellas y otros objetos, como se recoge en la grabación que circuló por las redes sociales. Los problemas durante el fin de semana fueron más allá y relataron que en la mañana del domingo se produjo el lanzamiento de botellas a vehículos que circulaban por la Vía de Ronda. Una fotografía tras la que uno se pude preguntar, ¿y cómo se puede salir de esta situación?

 

El jueves, el propio mandatario lagunero anunciaba, tras la reunión de coordinación para acabar con los macrobotellones, que se había decidido decretar este entorno como «zona de riesgo para la salud pública», una herramienta jurídica que facilitará el trabajo de la Policía Local y Nacional. Decía y anunciaba el propio alcalde que «desde ahora, los agentes podrán requisar desde sustancias alcohólicas hasta dispositivos de sonido». Añadía además que el objetivo es acabar por fin con los ruidos y las aglomeraciones que mantienen en vilo a los que residen en esa zona.

 

Este nuevo operativo se ha puesto en marcha desde ayer viernes a las 20.00 horas, limitándose el acceso a las calles laguneras colindantes y adyacentes al Cuadrilátero y, además, con una serie de filtros, también se han reforzado la presencia policial, mejorando incluso la coordinación entre los cuerpos de seguridad. ¿Y por qué ahora y no hace siete días?

 

Dentro de este sinvivir se ha denunciado que la mayoría de los coches amanecen sin retrovisores, las calles huelen a orina y los ruidos no dejan dormir a nadie de jueves a domingo. Esta situación es tan insostenible que ya ha comenzado una campaña, denominada Stop Botellón, que tiene como principal objetivo recoger firmas de forma virtual. Los vecinos se quejan por la «inacción» de los agentes de la policía y la «permisividad» del Ayuntamiento de La Laguna. Y es que hay muchas cosas que en La Laguna duermen y nadie se plantea abordarlas.

 

Por ejemplo, la Comisión Ciudadana, que tan activa fue en otras épocas y que ahora duerme el sueño de los justos. O los controles de la gente que va por la calle pertrechada con los ingredientes propios de servirse las copas y que proceden de otros lugares vecinos de la Ciudad Universitaria, o la concentración de gentes en una plaza que impiden a los residentes salir de sus garajes con sus vehículos y a los que nadie les pregunta que hacen ahí.

 

El alcalde, con tal de ponerse un parche antes de que la herida supure también apuntó que “esta situación no va a solucionarse de un día para otro, pero hay que trabajar conjuntamente entre todas las administraciones”, para a continuación hacer una reflexión que nos implica a todos diciendo que son las familias las que tienen que hacer una reflexión, “ya que hemos constatado la presencia de muchos menores de edad en estado de embriaguez, lo que supone un problema social que va más allá del ámbito municipal”.

 

Una manera de hacernos caer a todos en la cuenta de que somos responsables, quizás en otra medida, pero que no solo es una cuestión municipal. Vale será así, pero ¿qué hace el ayuntamiento?

 

Este asunto no solo se puede resolver con actas administrativas, sino que hay buscar otras maneras de actuar e implantar otro tipo de acciones, como, por ejemplo, los servicios a la comunidad, para hacer comprender lo que está bien y lo que está mal. La Laguna lo merece y ya hace mucho tiempo que no vemos que la ciudad progrese adecuadamente en algunos aspectos.

 

En la comparecencia del alcalde, rodeado del responsable de Seguridad Ciudadana y de cargos de la policía local y nacional vimos a todos callados y que Luis Yeray Gutiérrez era el único que hablaba, ¿qué hacían ahí los demás? ¿eso será todo? ¿y la parte de responsabilidad que tiene el ayuntamiento lagunero? ¿y su responsable de seguridad? ¿todo eso donde se nos queda?

Gobernar, como dijo alguien, es tomar decisiones y en esa ciudad hace mucho que no se hace. El fin de semana de marras el alcalde y una buena parte de los responsables estaban en Valencia en el Congreso Federal de su fuerza política, por tanto, todo lo que recibían fue a través de los teléfonos y no había nadie que dirigiera la grave situación que los vecinos de la zona vivían. Además, tenían un conflicto con sus agentes que se negaban a prestar servicios.

 

A un conocido que solicitaba una patrulla para poner orden antes un grupo de incívicos que habían tomado su calle le contestaron que no tenían ni podían enviar a nadie. A los agredidos tuvieron que sacarlos del lugar sus propios compañeros de farras y la ciudad parecía más tomada por los que estaban de juerga que por los ciudadanos que se habían refugiado en sus hogares.

 

Hoy ya sabemos que hay un plan para este fin de semana y que se han tomado medidas entre distintas administraciones, pero eso no quita nada de lo que se vivió hace siete días. No me digan que la policía, que siempre se ha dicho que no es tonta, no se había enterado de lo que se estaba preparando y que nadie hizo nada porque no sabían. Aquí da la impresión de que dejaron hacer para presionar. Unos porque no estaban, otros por sus reivindicaciones, otros porque no sabían qué hacer y mientras el ciudadano corriente a tragar que ya vendrán tiempos mejores.

 

En La Laguna hace tiempo que se gobierna a golpe de Tweet y generalmente es para felicitarse por cosas que a la gran mayoría de los laguneros no les facilitan la vida. Siguen las terrazas de algunos negocios de restauración valladas por topes de plásticos en blanco y rojo, terrazas que en su día invadieron la vía pública, quitando aparcamientos o lugares de esparcimiento, en beneficio de no se sabe qué, porque los interiores ya se pueden ocupar, y nadie hace nada o les pide explicaciones.

 

Siguen vigentes normativas que se hicieron en función de las restricciones de una pandemia que se ha llevado por delante miles de vidas y que en su momento todos comprendimos, pero que hoy no deberían seguir aplicando. La Laguna se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en una ciudad incómoda y antipática para desplazarse o tener una vida tranquila, pero eso parece que ahora no importa.

 

La Laguna no se merece esta pasividad, y no lo digo por estos que están ahora, que también. Me refiero a todo lo que ha pasado en los últimos quince años en los que se ha confundido la permisividad con la dejadez y así nos va. La Laguna y sus habitantes se merecen un trato mucho más efectivo y eso hace tiempo que no se da.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 23 de octubre de 2021.

 

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