EL MONÓLOGO Nº020
Preocupación por lo que viene

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Preocupación por lo que se avecina

 

 

José Moreno García *

 

 

Estamos en unos tiempos en los que la incertidumbre de lo que se nos viene encima es más importante que la constatación de que estamos viviendo un verano diferente, marcado por la ausencia masiva de turistas y en la que la mayoría de nuestros hoteles están cerrados y las zonas turísticas más vacías que las cuentas corrientes de las compañías aéreas que tendrían que traer a esos visitantes. ¿Cómo vamos a salir de esta?

 

Nadie tiene una respuesta concreta o valedera que nos sirva para vislumbrar el porvenir. Ningún estudio de los economistas nos vale, porque no se ponen ni siquiera de acuerdo en cuánto caerá todo. No aciertan tampoco cuanto tiempo necesitaremos para remontar la crisis ni en la recuperación de todo el tejido empresarial que en estos momentos está en veremos.

 

Para hacernos una idea, solo en julio, el tráfico aéreo ha sido de 6,99 millones de pasajeros, un 76,2% menos que hace un año, pero algo mejor que en junio cuando hubo sólo 1,05 millones (-96,1%), debido a que se han relajado las restricciones. Eso sí, la aparición de numerosos rebrotes y la imposición de medidas (cuarentenas, test PCR, recomendaciones de no viajar a España…) por parte de diversos países europeos han hecho que las cifras de este mes de agosto sean aún más negativas.

Pero no abandonemos las cifras. AENA ha perdido 170,7 millones de euros en el primer semestre, e importantes aerolíneas europeas (IAG, Air France-KLM, Ryanair y Lufthansa) acumulan pérdidas millonarias que podrían superar los 27.000 despidos.

 

La recuperación del sector aéreo tardará años y puede que no todos sus actores aguanten. La incertidumbre que vive el sector aéreo y la falta de visibilidad han llevado a AENA a realizar una serie de auditorías en casi todos los departamentos y tras ello ha manejado una serie de escenarios basados en estimaciones de organismos internacionales. Según el estudio en cuestión, el escenario más optimista considera «la recuperación de los niveles de tráfico de 2019 en 2024 y el más pesimista lleva a 2027 la vuelta a la normalidad. Y eso sólo teniendo en cuenta a los que nos tienen que traer a los viajeros, luego están los otros parámetros.

 

Como las cifras del paro. En el último baremo conocido, el de mes de julio, el total de desempleados registrados es nada menos que de 3.773.034. Lo que supone 761.000 parados más que hace un año. Y no contamos los miles de personas que están acogidos a un ERTE que, como su propio acrónimo específica, son temporales, lo que pasa es que si esto continua en la senda señalada más arriba, se podrían convertir en ERES con el cierre de empresas y cuyos números algunos empiezan ya a bosquejar.

Porque tras esto vendrán las quiebras empresariales, los concursos de acreedores y todo lo que está parado porque ahora la normativa así lo regula.

 

Pero hay más. Las prestaciones de los trabajadores que siguen inmersos en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) desde que estalló la pandemia de la Covid-19, el pasado mes de marzo, van a ver reducidas considerablemente a partir de septiembre. Esto es así porque la regulación actual establece que, transcurridos seis meses del cobro de la prestación, esta se recorta inexorablemente. En concreto, desde el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) advierten de que el importe de la prestación durante los 180 primeros días se corresponde con el 70% de la base reguladora, pero a partir del día 181 pasa a ser del 50%. Una rebaja que afectará a todos los trabajadores que hayan permanecido en un ERTE desde que se activó el estado de alarma.

 

Economistas, gestores y administradores concursales prevén un fuerte incremento del número de quiebras en los últimos meses del año, cuando vayan perdiendo efecto las medidas de apoyo financiero y jurídico aprobadas por el Gobierno durante el estado de alarma para garantizar la supervivencia de compañías impactadas por el confinamiento.

 

Por tanto, lo peor está por venir. He leído algún informe que dice que el fin del estado de alarma supuso el pistoletazo de salida en los procedimientos de quiebra. Sólo durante el mes de junio, los concursos de acreedores se triplicaron con respecto a los niveles de mayo y superaban ya las cifras de hace justo un año. La cifra siguió creciendo en el mes de julio hasta los 463 procesos, un 21% más. Este aumento se produjo todavía bajo el ‘escudo’ con el que Gobierno dotó a las empresas en el decreto del estado de alarma que impide a los acreedores forzar el concurso de una sociedad para intentar recuperar la deuda. El bloqueo está en vigor hasta tres meses después de que finalizara el periodo extraordinario de confinamiento, es decir hasta septiembre.

¿Qué pasará después? Da miedo pensarlo. Hoy todos vivimos todavía bajos los influjos de un debate sobre el uso de las mascarillas o el repunte que se está produciendo por la irresponsabilidad de diversos colectivos o el vaso medio lleno que algunos nos quieren presentar, pero todo parece indicar que lo del otoño, y todavía más en Canarias, será de un nivel no conocido.

 

En esos malos augurios de lo que se nos viene encima está el turismo, que en Canarias unirá la temporada alta con la previsión de un rebrote y así, dicen que el sector en toda España perderá 98.753 millones de euros en 2020, lo que supone un recorte del 64,7% respecto a 2019. Las comunidades autónomas que más sufrirán esta crisis del turismo son, lógicamente, las que tienen una mayor dependencia de este. La más afectada en términos absolutos será Cataluña, que puede llegar a perder casi 20.000 millones de euros en comparación con 2019. Le sigue Andalucía, con algo más de 15.000 millones de pérdidas. La más golpeada en términos porcentuales será Baleares, con una caída del 80,5% con respecto al año pasado. Y Canarias que sufrirá una caída de casi diez mil millones de euros.

 

Estamos en unos meses en los que las conjeturas son todas de un panorama más bien negro. El propio Banco de España nos está diciendo continuamente que lo nuestro va para largo y que nuestra caída será de muy largo recorrido. La dureza de las estimaciones recoge el tremendo impacto que tuvo el confinamiento en la economía. Para empezar porque el de España fue uno de los confinamientos más duros y prolongados que se conocieron en el mundo, a tenor de los datos de seguimiento de la Universidad de Cambridge, debido a la tardía gestión para reducir la epidemia. Esto ahondó en el frenazo de la economía.

 

Con todo esto, lo que quiero decir, es que parece que nadie se da cuenta de que lo que se nos viene encima es bastante preocupante, pero parece que estamos fuera de onda. Parece que nos interesa más actuar de policías de balcón que de gentes preocupadas por reclamar que las autoridades hagan algo para enmendar lo que se vislumbra en el horizonte. Reclamar al Gobierno de Canarias que deje de vendernos trenes y tranvías y que se ponga las pilas de una recuperación que no saben cómo encarar. Que no puede ser que con las cifras antes mencionadas se puedan sacar fondos para los trenes del Norte y del Sur o para líneas del tranvía que en este momento tienen más detractores que gente a favor.

 

Soy de los partidarios de que la licitación pública de obras y de acciones puede motivar a un mercado que languidece por falta de iniciativas, pero lo que no es de recibo es que esa forma de incentivar la economía canaria la llenen de fantasías o de obras faraónicas que ahora mismo son impensables, y si no que se lo digan a los que tienen un negocio y en este momento no saben cómo saldrán adelante. Recordemos que Canarias es la cuarta comunidad de España que más autónomos ha perdido, 5 veces más que la media nacional. Además, si añadimos el contexto de que aún hay autónomos cobrando el cese de actividad y las exoneraciones, cuando estas finalicen los datos serán mucho peores.

 

Por tanto, nos falta una semana para que entremos en septiembre, un mes que será clave en el aspecto económico, porque tendremos que ver si empiezan las clases, cómo lo hacen, que grado de presencialidad se produce, cómo lo afrontarán los padres, los alumnos, los profesores y las administraciones, veremos cómo se lleva a cabo el inicio del curso político y cómo se va armando un presupuesto, en el ámbito estatal y en el autonómico, que estará marcado por las caídas en las recaudaciones de impuestos, y así podríamos seguir enumerando todo lo que conlleva meterse en septiembre, pero parece que a nadie le preocupa y todo el mundo anda en eso que se denomina “merecidas vacaciones”, ¿seguro que son merecidas? ¿para todos?

 

Como ven, la que se avecina es preocupante, pero la inmensa mayoría de los dirigentes y mensajeros mediáticos de este país están en otra onda. Vivimos acojonados por unas medidas restrictivas que intentan paliar los efectos de la pandemia. Se nos ha impuesto la moda de las citas previas, las colas y hasta el de la callada por respuesta. Ninguna de estas cosas está reñida con la planificación para que el mañana sea menos extraño, pero nadie contesta a nada y si insistes en obtener algunas de las respuestas a lo relatado aquí eres un inconformista que no respeta que todo tiene su tiempo. La lógica hace mucho tiempo que comenzó a ser algo etéreo que nadie aplica. La mascarilla es muy importante a la hora de evitar contagios, pero de nada sirve si nos damos abrazos y besos con ella puesta.

 

Asimismo, es ilógico que la usemos cuando estamos solos y sin posibilidades de cruzarnos con alguien. Son dos cuestiones extremas, pero nadie aplica la lógica. Es preferible comportarse como rebaño y no pensar. Los que tienen que hacerlo deberían hacerlo en cómo solventar algunos de los asuntos relatados en este artículo, pero eso debe ser muy complejo, es mejor seguir emitiendo decretos y nosotros discutiendo sobre su conveniencia.

 

El pasado 31 de julio la consejera de Turismo decía que en una semana obtendría una respuesta relativa al Gobierno británico sobre la cuarentena impuesta a los que nos visitaran. El tiempo pasa, las semanas van quedando detrás y algunas personas desaparecen en la inmensidad de agosto. El propio presidente del Gobierno canario, Ángel Víctor Torres declaraba ese mismo día, 31 de julio, al término de la reunión de presidentes de Gobierno con Pedro Sánchez que “creo que podremos conseguir que la próxima semana se elimine una cuarentena que no tiene ninguna razón epidemiológica, porque en Canarias los datos son mucho más favorables que en el Reino Unido, incluso”.

 

Ni se elimina la cuarentena y además la situación de la epidemia en nuestras islas ha ido a peor. Cómo cambia todo en tan poco tiempo. ¿Seguro que seguimos así? ¿Hay respuesta a lo de las pruebas a los viajeros en origen? ¿las hay a realizarlas en destino? Y mientras el sector hotelero y turístico a la espera de la toma de decisiones y de que los que firman en el BOC hagan algo. ¿Cómo lo harán? Si resulta que las protestas pueden ser mal interpretadas en el seno de un partido socialista que ahora cierra filas ante un presidente que ha podido veranear en Lanzarote y en Doñana, en sendas propiedades del Estado, y no expuesto a protestas ciudadanas en restaurantes populares o en viviendas vacacionales dadas a ser localizadas por aquellos que hacen escraches familiares.

 

Bueno, pues eso, que se acaba agosto y seguimos hablando de lo mismo y sin las soluciones pertinentes, eso sí los malos augurios de septiembre se acercan inexorablemente. ¿Usted oyó?

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

La Laguna (Tenerife), 22 de agosto de 2020.

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