Europa, España
y el Islam en 2050

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Juan J. Pérez Piqueras *

 

 

En Europa actualmente viven unos veinticinco millones de musulmanes, muchos de segunda y tercera generación, y en España posiblemente alcancen los dos millones que comparten nuestra sociedad, muchos de ellos nacidos entre nosotros o con la nacionalidad española adquirida y conversos. Esta situación nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo será Europa y España en el año 2050?

 

Las predicciones elaboradas por el acreditado Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center) con sede en Washington, señalan que la población musulmana seguirá creciendo a un ritmo elevado en Europa, ya sea por la mayor natalidad de sus mujeres, la llegada de refugiados de las guerras o como inmigrantes que buscan mejor vida que la que tienen en sus países de origen. El informe estudia los 28 países de la UE, incluido el Reino Unido (antes del Brexit), así como Noruega y Suiza.

 

El estudio realizado parte del incremento masivo registrado en 2015. Los musulmanes representaban en 2016 el 4,9% de la población europea, de unos 507 millones. En 2050 serían unos 538 millones de europeos y el número de musulmanes pasaría a ser el 14% de la población, es decir, unos 75 millones. Alemania y Suecia, que son los mayores receptores de refugiados tendrían un aumento mayor, superando el triple del actual porcentaje de musulmanes. Suecia pasaría del 8,1% sobre el total de la población al 30,6%; y Alemania del 6,1% al 19,7%. Otros países que tendrían un crecimiento muy elevado serían el Reino Unido, Francia, Italia y España, que tienen un porcentaje menor que el resto. Aquí, en España, en 2050 pasarían a representar del 2,6% al 7,2% del total de ciudadanos.

 

Estamos viviendo un mundo globalizado, en todos los sentidos, donde la convivencia entre diferentes culturas se impone.

 

El conocido ‘Choque de Civilizaciones’ atribuido al profesor de Harvard Samuel Huntington, llegó a este concepto después de varias etapas de “estudiar la larga historia de la yihad, la cruzada y contracruzada y así sucesivamente a lo largo de los siglos. Cristianos y musulmanes creen que ellos son los destinatarios de la última palabra de Dios, que están obligados a compartir con el resto de la humanidad, un mensaje que es universal y exclusivo. Esto conduciría inevitablemente a conflictos, el verdadero choque de civilizaciones rivales que aspiran a la misma función, lo que lleva a la misma hegemonía”.

 

Esta conclusión tiene su lógica si hacemos una comparación entre las dos civilizaciones: En la occidental intervienen tres elementos: cristianismo, cultura grecorromana y la germánica. El cristianismo unificó las otras dos culturas citadas, a pesar de sus luchas internas y de sus guerras históricas interminables; la grecorromana, con su filosofía y el derecho aporta la manera de pensar, el espíritu crítico, la incertidumbre ante la verdad, la duda; y la germánica, que añade la estructura social, con sus formas jurídicas, políticas y económicas. Por su parte, la islámica es igualmente compleja pues procede también de tres aportaciones, las culturas árabe, persa y otomana. Las contribuciones islámicas a la Europa medieval, entre el XI y el XV fueron numerosas: en arte, arquitectura, medicina, agricultura, música, idioma y tecnología.

 

De particular importancia fue la aportación de los antiguos textos clásicos, particularmente el trabajo del filósofo griego Aristóteles, a través de nuevas traducciones del árabe. Y la aportación de filósofos árabes, cercanos al filósofo griego, como Avicena (S.XI), que consolidó el pensamiento racional, y Averroes (S.XII), quien separó la filosofía de la religión contribuyendo a posteriores estudios teológicos de diferentes religiones y del secularismo moderno. Frente a la cultura occidental, el sociólogo e investigador francés Philippe D´Iribarne afirma que es la propia concepción islámica la que está en contradicción con los principios básicos de la democracia.

 

No solo el Corán impone la sumisión y la unanimidad de los creyentes, sino que también en la filosofía islámica la verdad se recibe de Dios (Alá) y los debates y la libertad de pensamiento ponen en peligro la unidad del pueblo (la ummah). En esta concepción del mundo no hay cabida para la duda ni el debate, que son el fundamento de la democracia occidental. Por otra parte, han aparecido detractores de este islam inflexible, severo e intolerante, como define D´Iribarne, que apoyan un llamado ‘Islam Europeo’, más abierto a la reflexión y razonamiento y que buscan ese acercamiento cultural que facilitaría la convivencia pacífica de las dos culturas.

 

Como ejemplo, cabe citar al joven filósofo francés de cultura islámica Abdennour Bidar, catedrático y escritor, que ejerce su docencia en las clases preparatorias para las Grandes Écoles (escuelas de élite francesas), con publicaciones con títulos muy sugestivos, que no necesitan traducción: Un Islam pour notre temp (Paris, 2004), Self Islam (Paris, 2006), L’Islam sans soumission (Paris, 2008) y particularmente la Carta abierta al mundo musulmán de enero 2015, tras el atentado a Charlie Hebdo, de lectura recomendable en internet.

 

Aquí hace una crítica sobre un “Islam de un pasado desfasado, el Islam deformado por todos los que abusaron de él políticamente, el Islam que termina una y otra vez acallando todas las “primaveras árabes” y acallando también las voces de sus jóvenes que piden algo diferente. Entonces, ¿cuándo vas a hacer finalmente esta Revolución para que en las sociedades y en las conciencias se asocie definitivamente la espiritualidad y la libertad?

 

Cabe citar  también al autor y político paquistaní, con nacionalidad británica, Maajid Nawaz, antiguo extremista islamista que sufrió prisión en Egipto del 2001 al 2006, que le llevó a renunciar a su pasado islamista y realizar activismo en favor de un “islam secular”; o Irshad Manji, ugandesa de nacionalidad canadiense, que ha creado una red de musulmanes interesados en una reforma liberal del islam, y otros muchos repartidos por el mundo, que los interesados también pueden encontrar en internet.

 

Queda decir que el terrorismo nos oculta la realidad del mundo musulmán. La violencia actual del terrorismo yihadista viene condicionando y dificultando la convivencia necesaria con el musulmán pacífico, que sigue una rama del islam muy alejada de la violencia. Este mundo violento, yihadista, no alcanza más allá de un dígito en el tanto por ciento de los que profesan esta religión.

 

Todos ellos participan en el empeño por actualizar y modernizar el islam tradicional, respetando, claro está, su base teológica, en la necesidad de adaptar sus fundamentos a los principios recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (discutido también por los eruditos), que definen derechos de carácter social, civiles, económicos y políticos, además de la revisión del concepto yihad que viene en el libro sagrado y que inspira al terrorismo actual.

 

Todo lo dicho, que no deja de ser una hipótesis necesaria y aceptable, llevaría su tiempo, quizás realidad para 2050.

 

*  Juan José Pérez Piqueras

Coronel de Infantería (Retirado)

Técnico superior de Inteligencia Militar.

Diplomado en Análisis de Yihadismo.

Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).

 

 

Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias – ESPAÑA)

19 de diciembre de 2020.

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