Experiencia personal

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Remigio Beneyto Berenguer *

 

 

Tenía mucha ilusión por estar el día grande de San Cristóbal de La Laguna, el día 14 de septiembre. Lo vivido ha superado lo esperado por mí.

 

No saben ustedes la dicha que tienen por el Quinario al Stmo. Cristo de La Laguna. Solo a lo largo de los últimos diez años ustedes han disfrutado de cincuenta reflexiones sobre el Cristo de La Laguna. La formación de ustedes es impresionante. Y, con todos los respetos, no respecto a un santo o santa, sino al mismo Cristo. Los sacerdotes, a los que se encarga la homilía, la preparan con esmero, intentando avivar, o incluso despertar, la fe en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Siéntanse dichosos de lo que tienen.

 

En la procesión del retorno al Real Santuario, me impresionaron las palabras de una señora que dijo: “Cristo: ¡que las cosas vayan mejor, y, cuida de mis hijos!”. La señora no pide ni dinero ni prestigio ni fama ni honores. Ruega por el bien común, siendo consciente de que el Cristo ya sabe lo que supone que las cosas vayan mejor: que haya pan en la mesa, calor en el hogar y consuelo en la tribulación. Cuando uno va creciendo en edad y sabiduría descubre que lo más importante es la salud, el trabajo, y el amor. Todo lo demás es vanidad de vanidades.

 

Además, la señora rogaba al Cristo de La Laguna que cuidara de sus hijos. Me hizo recapacitar sobre lo que, desde hace muchísimos años, tengo claro: lo más importante para la persona es la familia. Cuando uno se siente solo y abandonado, siempre tendrá a la familia. Las sociedades más prósperas han desaparecido cuando han perdido el valor de la familia. Los padres sufren por sus hijos, rezan por sus hijos, son felices con sus hijos, siempre están ahí, siempre esperando, siempre dispuestos. Y los hijos lo saben.

 

Más tarde, en otro momento, en una conversación entre amigos y amigas, me preguntó una señora que “¿Qué hacía un valenciano en el Cristo de La Laguna?”. Le respondí que la primera vez que entré en el Santuario y lo vi, me cautivó. No sé por qué, pero tampoco importa. Es lo que viví y punto. Pero ella me respondió que le ocurrió algo parecido.

 

La primera vez que le vio, sintió que le estaba esperando, que el Cristo de La Laguna le estaba esperando. Y sinceramente creo que es así. El Cristo, con sus brazos abiertos, nos espera siempre. Desea que le visitemos, que estemos con Él, que intimemos con Él. Él nos acoge y nos da fuerzas para seguir en el camino. Creo que los laguneros emulan a su Cristo.

 

He de confesarles que, en estos días, me he sentido muy acogido por todos ustedes. He sentido que, por la fe en el Cristo de La Laguna, pasamos de ser desconocidos a amigos, y de amigos a hermanos. La fe en el Cristo, hijo de Dios, nos hace hijos del mismo Padres, y hermanos. Y esto creo sinceramente que en San Cristóbal de La Laguna se vive diariamente.

 

 

*  Remigio BENEYTO BERENGUER

Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

Departamento de Ciencias Jurídicas

Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 

Islas Canarias, 17 de septiembre de 2023

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