La incuestionable
españolidad de Canarias

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Eligio Hernández Gutiérrez *

 

 

España ha sido la potencia colonizadora más humana de la historia. Como ha dicho don Fernando de Lo Ríos, refiriéndose al descubrimiento y conquista de América, al contrario que otras potencias colonizadoras, dio a sus pueblos nativos su sangre y su espíritu. Lo mismo pasó con la conquista de Canarias. Salvo la conquista de Gran Canaria y Tenerife que fue cruenta, como ha pasado siempre con todas las conquistas, los llamados guanches de paces de las demás islas pactaron con los conquistadores y celebraron con estos capítulos reconociéndoles derechos y tierras. Cuando Fernández de Lugo llegó a la isla de la Palma ya había sido evangelizada por la Iglesia. El obispo Frías fue el precursor de la labor que en la conquista de América hizo Fray Bartolomé de Las Casas.

 

El hecho histórico más relevante de la historia de Canarias, se produjo el 30 de mayo de 1483, 9 años antes de la reconquista de Granada (1492), cuando Los Reyes Católicos llevan a la corte de Calatayud al rey indígena Thenesor Semidan, bautizado como Fernando Guanarteme en honor a su padrino el rey Fernando, para firmar el primer tratado entre un rey indigna y una Monarquía Católica, cuyo texto, descubierto por el etnólogo austriaco Welfel, es el siguiente:

 

“DON FERNANDO E DOÑA ISABEL, POR LA GRACIA DE DIOS, REY Y REINA DE CASTILLA, DE ARAGON, DE LEON, A LOS PRELADOS, DUQUES Y CONDES, MARQUESES, RICOS HOMES, MAESTRES DE ORDENES, PRIORES, COMENDADORES, SEPADES QUE AL TIEMPO QUE LOS GUANARTEMES E CABALLEROS E OTRAS PERSONAS DEL COMUN DE CANARIA, DESPUES DE SER POR LA GRACIA DE DIOS CONVERTIDOS A NUESTRA SANTA FE CATOLICA E NOS RECONOCIERON POR SU REY Y REYNA, FUERON POR SU PARTE ANTE NOS PRESENTADOS CIERTOS CAPITULOS POR ESCRITO. E QUEREMOS Y ES NUESTRA MERCED E VOLUNTAD QUE POR SER COMO SON NUESTROS VASALLOS SEAN TRATADOS E DEFENDIDOS E AMPARADOS COMO LO SON NUESTROS VASALLOS E SUBDITOS E NATURALES DE TODOS NUESTROS REINOS BIEN IGUALDAD JURÍDICA, Y SI ALGUNA PERSONA QUISIERA IR CONTRA TALES PERSONAS CANARIAS, O CONTRA LO EN ESTA CARTA CONTENIDO MANDAMOS A NUESTRAS JUSTICIAS PROCEDAN CONTRA TALES PERSONAS CON TODO EL RIGOR DEL DERECHO”.

 

Este tratado es el primer pacto de civilizaciones, probablemente, de la historia de la humanidad, mediante el cual Canarias pasa del neolítico al renacimiento, entra en la historia por la puerta grande y se incorpora a la Corona de Castilla. En ese momento, Canarias es España antes que Granada. Fernando Guanarteme marcha con una expedición a Tenerife para convencer a los guanches de esta isla de que se rindan ante un ejército que no podían vencer. Más vale salvar a las gentes que no a la tierra, les predicó, y la libertad se consigue con los pactos y no con las lanzas.

 

El pueblo canario, a partir de la conquista de Tenerife, ha defendido con las armas, heroicamente, la españolidad de canarias, entre otras en estas dos ocasiones:

 

1.- Hace 415 años la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria fue atacada, saqueada e incendiada por la armada holandesa del almirante Pieter van der Does. Entre los días 26 de junio y 8 de julio de 1599, la potente flota de los Países Bajos, con 74 embarcaciones y 12.000 hombres -entre tripulantes y soldados- lograron poner pie en la bahía del puerto de las Isletas (hoy llamado de Las Palmas o La Luz), en lo que pretendía ser el principio de la invasión de la isla de Gran Canaria y, a partir de ella, de las seis islas restantes.

 

El esquema de ataque de Vander Does era apresar a las autoridades y organismos de la isla para asegurar el dominio político de Gran Canaria y, a partir de ahí, utilizar este territorio como plataforma para extender la soberanía holandesa sobre todo el Archipiélago. La población de la ciudad sumaba entonces apenas 5.000 habitantes y toda la isla no superaba los 15.000. Las fortificaciones, como la muralla que la rodeaba o el castillo de Las Isletas, eran «escasamente válidas», narra Rumeu de Armas. Después de reiterados intentos y reñidos combates contra las fuerzas holandesas, el desembarco comenzó cuando el almirante dirigió sus cañones a tierra. Perdieron la vida 1.000 soldados, hubo cerca de un centenar de bajas españolas y el gobernador resultó herido de muerte (falleció el 20 de agosto).

 

Con Las Palmas tomada y en estado de saqueo, la capital se trasladó temporalmente a la Villa de Santa Brígida, en el interior de la isla. Hasta allí también se había replegado la población y las autoridades.  Cuando se internaron en el frondoso bosque de árboles, acebuches y mocanes de Monte Lentiscal, a las puertas de Santa Brígida, una pequeña guerrilla isleña, formada en su mayoría por milicianos canarios, los abatieron, cortando en seco su avance en el cerrillo del Batán. Los que quedaron vivos se marcharon en desbandada. «La retirada de los holandeses sin orden ni concierto, tuvo como precio un reguero de muertos».

 

Los canarios cayeron sobre la compañía holandesa bajando por peñas y riscos, saliendo a su encuentro sin piedad. Cundió el pánico en las filas holandesas, agotadas, además, por el calor. Van der Does ordenó la salida de Las Palmas, no sin antes prenderle fuego. Iglesias, conventos y edificios públicos fueron pasto de las llamas, y el 4 de julio los holandeses regresaron a sus navíos entre columnas de humo. La escuadra holandesa fue derrotada en la que ya se conoce como la «Batalla del Batán». Estos días el Ayuntamiento de Santa Brígida ha celebrado, junto con el Regimiento Infantería Canarias-50, el 415 aniversario de la gesta.

 

2.- En 1797, la Pérfida Albión, fue humillada por el general español Antonio Gutiérrez de Otero, con una concluyente victoria ante su más importante héroe de los mares, el entonces contralmirante Horacio Nelson. Con la toma de Las Canarias, el Imperio Británico seguramente hubiera adelantado 100 años la caída del Imperio Español.  El control de esta gran plataforma estratégica, hubiera permitido a Gran Bretaña asegurarse sus intereses económicos en el Nuevo Mundo y en la costa oeste de África. En julio de 1797, la Royal Navy a las órdenes de Nelson, se presentó en Tenerife con 9 navíos de guerra bien artillados y 700 soldados armados hasta los dientes.

 

Sus intenciones era conquistar las Islas Canarias.  La operación militar iba a ser un simple paseo militar, tal era la arrogancia de Nelson.   Pero la determinación y heroísmo de todo el pueblo tinerfeño, liderado por el General Antonio Gutiérrez de Otero, terminó con la arrogancia británica y con el brazo derecho del contraalmirante Nelson en el fondo de la bahía de Santa Cruz de Tenerife. Gutiérrez logró coordinar eficazmente, en muy poco tiempo, un heterogéneo grupo de soldados regulares con indisciplinados pescadores, labradores y artesanos.

 

          El nacionalismo, y desde luego, el grotesco soberanismo africanista,  carecen completamente de tradición histórica en nuestras islas, a excepción de Secundino Delgado(1871-1912), padre del nacionalismo canario, que, seducido por la emancipación de Cuba, desarrolló una actividad independentista de poca consistencia y elaboración teórica, de cierto confucionismo ideológico, de carácter minoritario, y de incidencia política sólo en pocas islas, como ha puesto de manifiesto el profesor Bravo de Laguna. En rigor, Manuel de Ossuna Vanden Den Heede (1845-1921), no puede considerarse como un precursor  del nacionalismo canario, sino como un claro exponente, al igual que Juan Bethencourt,  de la historia regional canaria de principios del siglo XX, que por su ideario político tradicionalista y sus valores religiosos, y por su carácter burgués, regionalista, etnocentrista y españolista de la hipótesis de poblamiento de Canarias (Farrujia), no se puede considerar tampoco precursor de  la autonomía canaria, que se recogió el 15 de julio de 1936 en el proyecto de Estatuto de Gil Roldan, diputado por el Partido Republicano Tinerfeño (adscrito a los radicales de Lerroux), y en el del diputado socialista grancanario Junco Toral , con mucho menos contenido de autogobierno que el Estatuto actualmente vigente, cuyo precedente más inmediato fue el elaborado a mediados de 1971 por el IUDE bajo la dirección del entonces profesor Jerónimo Saavedra y del abogado Carballo Cotanda, que en su libro “La región polémica”, inició todavía durante el franquismo el camino de la autonomía que ya se ha consolidado. Pretender remontarse a los doceañistas canarios y a nuestro ilustrado por antonomasia Viera Y Clavijo para encontrar raíces nacionalistas no se corresponde con la realidad histórica.

 

Una característica común de los escritores y políticos republicanos canarios fue que supieron compatibilizar  su amor a España y su amor a Canarias, la patria chica y la patria grande, como no podía ser de otra manera por quienes tenían del Estado una concepción republicano-federal, sin duda la más brillante de los políticos e intelectuales de la historia contemporánea de Canarias, que hemos asumido muchos universitarios de mi generación gracias al magisterio del profesor Gumersindo Trujillo sobre el federalismo español como la mejor forma de descentralización política del Estado Democrático, sobre  la obra de su fundador, el socialista catalán Don Francisco Pi y Margal, y sobre Don Nicolás Estévanez y Don José Franchy y Roca, las figuras más señeras del republicanismo federal canario , junto  Don Benito Pérez Galdós, presidente de la Conjunción republicano socialista de principios del siglo XX(1907 a 1913).

 

El profesor Cioranescu en su “Historia de Santa Cruz”, refiere el informe del Capitán General de Canarias en 1873, sobre la existencia de un movimiento nacionalista canario que tenía como objetivo la anexión de las islas a Inglaterra, “a cuyo fin recorre ya en este puerto una escuadra de guerra de aquella nación”. Esta noticia recogida por la prensa de Madrid, provocó la contestación del Ayuntamiento de Santa Cruz, que se confesaba republicano federal.

 

Ya nuestro prestigioso indigenista, Juan Bethencourt Alfonso (1847-1913), autor de la magnífica obra “Historia del Pueblo Guanche”, nos exhortó a estudiar la historia de Canarias con imparcialidad, “elevando a la par nuestros corazones al terruño guanche y a la madre España, patrias de nuestros antepasados unidas para siempre por un solo destino común”. En su ejemplar correspondencia con el Dr. Chil, fundador del Museo Canario, ambos denostaban el pleito insular refiriéndose a las “miserables cuestiones de localidad”.

 

La patria y el pueblo español en su lucha por la libertad, son los grandes protagonistas de los Episodios Nacionales, no los héroes individuales que crea. Los Episodios son un medio de pedagogía política, en los que Galdós nos transmite su visión crítica y a veces demoledora de la España del siglo XIX, en la que surgen demasiados obstáculos para que la libertad sea duradera. En realidad, el tema fundamental de los Episodios es España, su futuro histórico y su destino.

 

El patriotismo de Galdós, que destaca constantemente en los Episodios, le llevó durante un tiempo a participar en la actividad política. En la carta de 26 de abril de 1907 irrumpió en la política activa con estas palabras de intelectual comprometido:

 

Abandono los caminos llanos y me lanzo a la cuesta penosa, movido de un sentimiento que en nuestra edad miserable y feminil es considerado como una ridícula antigualla: el patriotismo, que parece que sacamos de los museos o de los archivos históricos como un arma vieja y enmohecida. Se equivocan, ese sentimiento soberano lo encontramos a todas las horas en el corazón del pueblo donde para bien nuestro existe y existirá siempre en toda su pujanza”.

 

Del doble patriotismo –que no patrioterismo– de la Patria Grande y la Patria Chica, que impregna a todos los Episodios Nacionales, dejó constancia en su discurso pronunciado el día 9 de diciembre del año 1900 con ocasión del homenaje que le tributaron un nutrido grupo de canarios en Madrid:

 

Habéis visto que ha llegado la hora de avivar en nuestras almas el amor a la patria chica para encender con él, en llamarada inextinguible, el amor de la grande. Aquí en la intimidad del patriotismo regional me permito asegurar que en nosotros vive y vivirá siempre el alma española. Nosotros los más distantes seamos los más próximos en el corazón de la patria”.

 

En sus Memorias de Otro Desmemoriado, mi maestro, el escritor herreño José Padrón Machín, expresa el mismo sentimiento legado por Galdós:

 

“Debo al ilustre maestro de nuestras letras el haber aprendido a amar a España y a conocer a sus hombres. Entiendo que todo hombre tiene dos patrias, la grande, España, y la chica, aquella donde se vio la luz primera. Trabajar por la patria chica es también hacerlo por la grande”.

 

Se ha repetido machaconamente que Galdós se olvidó de Canarias cuando en 1862 se fue a Madrid a estudiar la carrera de Derecho. El secretario jubilado del Ayuntamiento de Las Palmas Don Juan Rodríguez Drincourt, ha desempolvado las actas del pleno de la Corporación recogidas en su libro «Galdós y Las Palmas, un afecto mutuo», para demostrar la estrecha relación que mantuvo el escritor con su ciudad natal a la que regresó en al menos cinco ocasiones para descansar en la casa familiar del Monte Lentiscal. Fue elegido diputado por Las Palmas, después de haberlo sido por Puerto Rico y Madrid. Don Benito es el paradigma del amor a España. Como ha dejado escrito uno de sus biógrafos, el cronista de la Villa Y Corte Federico Carlos Sainz de Robles, sólo se puede encontrar el españolismo de Galdós en Lope de Vega.

 

Galdós fue uno de los “hacedores” intelectuales del clima liberal enmarcado por las fechas 1876-1936 (Juan Marichal). En la introducción de la primera edición que leí de los “Episodios Nacionales”, decía Federico Carlos Sainz de Robles, cronista de la Villa y Corte: Lope de Vega y Galdós son los dos genios españoles que más obsesivamente se entregaron a la ejemplar tarea de desvivirse por España. Tuvieron una exaltada fe única: España. Creyeron a pie juntillo que nada valía tanto como ser español. No pensaban sino en España. No hablaban sino de España. No se notaban inspirados sino por España. Disculparon fácilmente, cuando no encubrieron con ladino regocijo los males de España”. En boca de su personaje de la primera serie de los Episodios, Gabriel de Araceli, exclamó: Cercano al sepulcro y considerándome el más inútil de los hombres, aún hace brotar las lágrimas de mis ojos el amor santo a la Patria”, y el mismo personaje, en Trafalgar, al izar la bandera española en un buque de guerra, confesó: “Todavía me emociono cuando veo la bandera de España.” Ya anciano y ciego, en su domicilio de la calle Hilarión Eslava, de Madrid, le preguntaron si no admiraba a Francia y a Inglaterra, a lo que contestó: Si, pero España, es que España”.

 

Don Salvador de Madariaga dijo que: “Galdós miró a España como sólo un escritor de su genio sabe hacerlo, y, a continuación, la pintó. Galdós vio la España real. Fue el Velázquez literario y el poeta épico de la España del siglo XIX. Le presentó España a España. Fue el maestro de la sensibilidad del pueblo español del siglo XIX”

 

Don Nicolás Estévanez, por su talante y por los acontecimientos políticos en que se vio envuelto, encarna cumplidamente la definición que del liberal hiciera el Doctor Marañón; y por su obra literaria, especialmente por sus evocadores versos sobre el almendro, y por su composición poética «Canarias», encarna también la expresión poética más auténtica de la canariedad, lo que ha llevado a María Rosa Alonso a definirlo certeramente como un poeta de entronque isleño.

 

Pero también fue Don Nicolás un hombre de acción. Laureado militar, diputado, gobernador civil de Madrid y ministro de la Guerra en el efímero gobierno de Pi y Margall, fue un hombre de una pieza. Causó baja en el Ejercito a causa del fusilamiento de unos estudiantes en Cuba por el encono de los voluntarios de la Habana; dimitió como ministro de la Guerra por la indisciplina del Ejercito; malvivió como traductor de la editorial Garnier exiliado voluntariamente en Francia, y fue un centinela alerta de la pureza de la lengua castellana en sus traducciones.

 

Precursor de la Autonomía Canaria, fue el inspirador y redactor del denominado  «Compromiso Estévanez», documento firmado por él y por los diputados por Canarias Fernando de León y Castillo, Santiago Verdugo, Benítez de Lugo y Eufemiano Jurado, el 19 de junio de 1873,en el que se comprometieron a que el que resultase elegido en las Cortes Constituyentes de la I República,-proclamada el 11 de febrero de 1873,en cuyo art.40 del proyecto de constitución federal se reconocía sólo a España como Nación en la que se integraban los estados regionales y los municipios,-propondría y sostendría en el seno de la Comisión correspondiente que el Estado de Canarias se subdividiría en dos Sub-Estados, y en el caso de que la Comisión se oponga a ello se turne la Dieta, o Parlamento, entre las islas de Tenerife y Gran Canaria, lo que le costó que el Ayuntamiento de Santa Cruz, en sesión de 8 de julio de 1973,acordara elevar escrito de protesta a los Diputados por Tenerife Estévanez y Benítez de Lugo, por entender que el pacto dañaba a la capitalidad de Santa Cruz. En realidad, Don Nicolás hizo tal propuesta con la mejor buena voluntad para situarse por encima del pleito insular al que repudiaba.

 

En el mencionado homenaje que se le tributó a Galdós el 9 de diciembre de 1900 por un grupo de canarios en Madrid con motivo de la publicación de las Bodas Reales que completaba la tercera serie de los Episodios Nacionales, Don Nicolás dejó constancia de su profunda canariedad con estas conocidas frases: «Si algún día desaparecieran las fronteras y las nacionalidades, sólo entonces dejaríamos de ser españoles, pero ni aún entonces dejaríamos de ser canarios…».

 

Sería una falsedad histórica interpretar estas palabras como excluyentes de su españolismo. Don Nicolás Estévanez fue un singular hombre de Estado y un español cabal, cuyo amor a la patria chica, como caracterizó a todos los intelectuales y políticos republicano-federales canarios, sólo se podía equiparar al que sentía por la patria grande. Se suele olvidar cuando se invocan estas frases que fue con ellas con las terminó su discurso, que comenzó con estas otras: «No sé yo de donde han sacado algunos la peregrina idea de que el amor a la patria chica excluye el culto a la grande; son perfectamente compatibles, como el amor a la madre o el cariño a la abuela».

 

De don Nicolás Estévanez es este poema a la bandera española, escrito al parecer en 1893 y publicado en el periódico Las canarias y nuestras posesiones africanas, editado en Madrid, el 19 de mayo de 1907. Poema en el que el autor expone su idea de una autonomía para el archipiélago dentro de la unidad española, de acuerdo con su ideario republicano federal:

 

(…)
La bandera española
será siempre bandera de mi patria.
Pero a la sombra del augusto lienzo,
con los colores de la madre España,
lucirá ante los mundos
la tricolor bandera de Canarias;
bandera que en mis sueños
se me aparece roja, azul y blanca;
en lienzo rojo
el Teide azul de cúspide nevada.

(…)

 

El abogado humanista Don Luis Rodríguez Figueroa, a quien su hijo Hostilio, recientemente fallecido en Colombia consideraba ante todo un republicano canario y español de Izquierda Republicana, abogó fervientemente por una solución autonómica para Canarias, y escribió algunas novelas como «el Cacique», crítica con el caciquismo canario, y poesía de corte clásico impregnada de su profunda vocación por la cultura clásica de Grecia y Roma, como “Venus Adorata”.

 

Poco conocido es el poema de unos de nuestros grandes poetas, atribuido por Don Juan Rodríguez Doreste, a Tomás Morales, el poeta del mar por excelencia:

 

            Canarias se siente orgullosa

            De su pasado inquieto

            Ama las noches tibias

            Y sus días de sol

            Y entre otras cosas grandes

            Dignas de su respeto

            Hay una, la más grande

            Ser ciudadano español.

 

Juan Marichal, en la conferencia pronunciada en Valencia el 18 de febrero de 1986, sobre “La revelación de Negrín en la Valencia de 1937”, recientemente editada por la Fundación Juan Negrín, refiere que el poeta Antonio Machado escribía al poeta canario Saulo Torón: “Sus poemas me traen la emoción atlántica de la conciencia integral de España”. Es difícil encontrar una más acertada caracterización del sentimiento español canario.

 

El 30 de abril de 1938 el Consejo de Ministros presidido por Don Juan Negrín aprueba los trece puntos que serían publicados el 1º de mayo, que llamó Declaración de Principios o Programa de Estado, dirigido a obtener la paz y la reconciliación entre los españoles de uno y otro bando: De ellos cabe destacar el Punto 5º que proclamaba “el respeto a las libertades regionales sin menoscabo de la unidad española, y la protección y fomento al desarrollo de la personalidad y particularidades de los distintos pueblos que integran España como lo imponen un derecho y un hecho histórico, lo que lejos de significar una disgregación de la Nación, constituye la mejor soldadura entre los elementos que la integran”.

 

En noviembre de 1938, con ocasión del Consejo de Ministros celebrado en Pedralbes, afirmó, según refiere Julián Zugazagoitia:” No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. Nadie se interesa como yo por las peculiaridades de la tierra nativa. Amo entrañablemente todas las que se refieren a Canarias y no desprecio, sino que exalto las que poseen otras regiones, pero por encima de todas ellas está España. Quien estorbe esa política nacional debe ser desplazado de su puesto. De otro modo dejo el mío. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro”. En otra ocasión le había dicho también a Julián Zugazagoitia:” Lo que no perdono a nadie (se refería a otros gobernantes republicanos), es su indiferencia por la suerte de España”.

 

Frente a los que le criticaron su apoyo a la inclusión de España en el Plan Marshall, que hizo público en una serie de tres artículos publicados en el New York Herald Tribune los primeros días de abril de 1948, exclamó: “Contra el caudillismo todo, contra España nada”.

 

 

* Eligio HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ

Presidente de la Sociedad Civil de Canarias.

Abogado en ejercicio y Magistrado jubilado.

Ex fiscal general del Estado y ex miembro del Consejo de Estado

Ex diputado en el Parlamento de Canarias.

Ex Gobernador Civil de S/C de Tenerife y Delegado del Gobierno en Canarias.

Ex miembro del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

Académico de la Academia Canaria de la Lengua.

Licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna (ULL)

Diplomado en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo.

Vicepresidente de la Fundación Juan Negrín.

Cristiano militante.

Militante socialista.

 

 

Santa Cruz de Tenerife, 3 de febrero de 2022.

Responder a Gaspar Sierra Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *