Plaza del Cristo de La Laguna:
razones para un “no” al velatorio

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Pablo Reyes Núñez *

 

Para los laguneros de la generación de la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno de esta asociación de vecinos, que pasamos nuestra infancia y juventud en el casco y alrededores de la ciudad, la Plaza del Cristo, al igual que otras cercanas, como la del Adelantado y la Catedral, jugó un papel importante en el día a día.

 

Fue un lugar de juegos, de carreras, de partidos a la pelota, de saltar charcos y ver a los soldados desfilar en ese gran espacio de tierra bordeado de grandes árboles. Tenemos vagos recuerdos del templete con sus escalinatas y rampas donde nos deslizábamos.

 

El 14 de septiembre, el Cristo se subía para observar con asombro los fuegos del Risco y la Entrada, así como la espectacular traca de voladores colocados en sus cajas con tela metálica y que al igual que las banderas se guardaban, hasta hace pocos años en un local del lateral de la plaza junto a la casa de los esclavos, donde hoy se construye el futuro velatorio.

 

En los primeros años de los sesenta, siendo alcalde don Ángel Benítez de Lugo se urbaniza la plaza, quedando un gran espacio embaldosado de rojo y blanco, levantándose en el centro una gran fuente circular con chorros de colores que subían y bajaban de forma sincronizada.

 

El perímetro de la plaza estaba bordeado con bancos de piedra con sus orejones y unas modernas farolas dobles. Los viernes día de visita al Cristo, la tradicional “cirila” aumentaba sus rutas y no solo hacía Barrio Nuevo- Rancho Grande sino se le agregaba Plaza del Cristo. En esa época con una peseta íbamos de lado a lado de la ciudad y disfrutábamos del entrar y salir de personajes laguneros muy entrañables.

 

En septiembre los lados de la plaza se llenaban de quiosco, tómbolas, ruletas vendedoras de manzanas con sus cestos…  Los cochitos del guardia y la noria en el lateral. Los ventorrillos nos inundaban de olor a carne adobo todo el Camino Las Peras y por la calle Los Álamos, llena de arcos, subíamos y bajábamos a la Catedral.  La plaza nos marcó y nos sirvió como espacio lúdico, social y de encuentro, incluso para enamorar.

 

En la época del alcalde don Elfidio Alonso, se planteó un concurso de ideas para renovar la plaza y darle un nuevo estilo, pero es en 1999 con doña Ana Oramas cuando se hace una gran renovación, por cierto, bastante criticada. Desapareció la fuente monumental, se sustituyeron los bancos, se cambiaron las losetas y se adoquinaron las calles laterales con unos adoquines de fuera.

 

Al construirse unos aparcamientos subterráneos desaparecieron los tradicionales olmos (dicen que estaban enfermos) y los sustituyeron por tilos. Lo más llamativo fue la colocación de cuatro postes de hierro que tenemos que decir que nunca entendimos su significado. Al poco tiempo se eliminaron. La plaza cambió totalmente. Desapareció la “cirila” e, incluso, el tradicional bar Casa Antonino con sus chocos y vino tinto dio paso a un nuevo edificio que hoy alberga una academia de conducir.

 

La última gran transformación se produce en 2007. Con el cierre de la antigua recova en la plaza de Abajo, la ciudadanía lagunera aceptó con resignación la utilización de la plaza del Cristo para instalar una recova provisional, que esperamos pronto vuelva a su lugar de origen. Ya van trece años de provisionalidad y no sabemos cuántos nos faltan para construir la nueva.

 

Hoy día, muchos vecinos y vecinas de La Laguna nos oponemos a lo que, desde nuestro punto de vista, será el fin de la plaza como espacio lúdico, social y cultural, con la construcción de un velatorio de cinco salas en el conjunto monumental del Convento de San Miguel de las Victorias, donde se encuentra el Santuario del Cristo de La Laguna y más concretamente en la zona que el Plan Director del 2010, tenía previsto para la construcción del Museo del Cristo.

 

Plan Director modificado y aprobado por el Cabildo en el año 2017, meses antes de solicitar la construcción del velatorio. Al ser Bien de Interés Cultural (BIC) -hoy no sabemos si lo sigue siendo- la Comisión Insular de Patrimonio, no de forma unánime, cambia el plan a propuesta de la Esclavitud y donde se pensaba construir el Museo del Cristo, se establece como zona para servicios, en este caso funerarios. ¿Mucha casualidad? ¿Destino divino? Decir que este proceso no tuvo ni plazo de alegaciones, ni información pública.

 

Es precisamente la Plaza del Cristo un espacio cívico de carácter cultural y patrimonial que identifica a la ciudad   considerada de interés insular, la que se verá ocupada por los coches fúnebres que entren y salgan al velatorio.

 

Imaginémonos por ejemplo a nuestros hijos, hijas, nietos y nietas con las bicis y patines disfrutando de la plaza, una concentración deportiva, un concierto o un mercadillo, compartiendo actividad con el velatorio, que, aunque sé que la muerte es un hecho natural, si conlleva tristeza y recogimiento de los familiares.

 

A lo largo del año, este espacio es el centro de encuentro de muchos vecinos/as y visitantes, en una gran cantidad de actos, festivos, culturales, deportivos…

 

También se facilita la vida en la ciudad, aportando plazas de aparcamiento a la ciudadanía, al residente y al visitante. Hoy día existe un parking público en los bajos de la plaza, que está “colmatado” y, por cierto, bien gestionado por la empresa municipal MUVISA.

 

Afortunadamente ha empezado a funcionar el nuevo Centro de Salud Laguna-Las Mercedes, provocando este hecho mayor demanda de aparcamientos. Pues bien, la presencia de un velatorio privado que no tiene previsto la creación de plazas propias de aparcamiento, acarrea un mayor problema.

 

Otra situación que nos choca es la presencia de un velatorio junto al espacio que ocupa el antiguo cuartel de Artillería. Estas instalaciones esperamos que en un futuro próximo sean entregadas a la ciudad para dedicar los terrenos a equipamiento ciudadano, llámese centros educativos universitarios, canchas deportivas, centro ciudadano, todo según lo que el municipio decida y demande la ciudadanía, pue bien, estos usos, desde mi punto de vista, chocan con la presencia de un velatorio.

 

También decir que no nos parece acertada la utilización del Santuario y la imagen del Cristo como reclamo a un negocio privado. Según nos informó el Esclavo Mayor en las reuniones mantenidas con esta Asociación de Vecinos del Casco, la empresa Mémora encargada de la construcción y explotación, entregará un mínimo de 70.000 euros anuales a la Esclavitud.

 

La asociación que presido, a la que pertenecemos y varios colectivos más, no vemos adecuada, la presencia de un velatorio en la Plaza del Cristo, y en consecuencia vamos a realizar cuantas acciones sean precisas para evitarlo.

 

Los laguneros no debemos permitir que nos impongan el compartir el uso lúdico y festivo de la plaza con la instalación de un velatorio. La ciudad dispone de espacios más adecuados para dicho fin, como puede ser un velatorio-tanatorio acorde al siglo XXI, en el actual cementerio de San Luis. También en el casco, existe desde hace muchos años un velatorio en la calle Bencomo, el de los Betlemitas.

 

En relación a la ayuda social y caritativa, que me consta realizan los miembros de la Esclavitud, considero que se puede realizar con fondos conseguidos con otros medios, no con los beneficios de una actividad, que, en caso de llegar a materializarse, marcaría la vida social, cultural y lúdica de nuestra plaza y su entorno.

 

Los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de exponer nuestras opiniones. Los políticos toman las decisiones, después de considerar las propuestas de los técnicos y de recoger el sentido ciudadano. La actuación de los políticos de espalda a lo que piensan los vecinos, crea desánimo y provoca muchas veces situaciones irreversibles. Entendemos que el interés general debe ir encaminado a satisfacer el beneficio colectivo y no el particular.

 

El grupo de gobierno actual dice que el proceso está cerrado y que la licencia le reconoce el derecho a construirlo. Decir que la licencia la concedió el grupo de gobierno anterior, unos días antes de las elecciones, aun saltándose acuerdos del pleno municipal. Sin embargo, la licencia de edificación no conlleva derecho de acceso al edificio. Para que los coches fúnebres puedan acceder al inmueble, tienen que pasar por un dominio público que es la plaza. Para pasar se necesita una autorización del Ayuntamiento, no reglada sino discrecional.

 

Pues bien, aun así, Mémora y la Esclavitud siguen adelante con su proyecto. Sería importante que el grupo de gobierno municipal visibilice su opinión y la ciudadanía la conozca. Ahora mismo es necesario y urgente que se aclare cuál será el acceso y si el Ayuntamiento dio o dará permiso para acceder los coche por la plaza. De ser así los laguneros y laguneras veríamos vulnerados nuestro derecho a disfrutar plenamente de la plaza y su entorno

 

La Esclavitud, el Obispado, el Cabildo y el Ayuntamiento serán los responsables de este nuevo atentado a la plaza, nuestra plaza.  La Laguna no se merece esto.

 

* Pablo REYES NÚÑEZ

Presidente de la Asociación de Vecinos “Casco Histórico de La Laguna”

Diplomado en Magisterio por la Universidad de La Laguna (ULL)

Maestro de escuela (jubilado)

 

La Laguna, abril del 2020.

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