Memoria
de los objetos

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Susana Isoletta Cruz *

 

 

Guardas ese detalle y este otro; a veces te falta sitio donde ponerlos. Te dices:” ¿tirar el recuerdo del nacimiento de mi hija? ¿el regalo indescifrable de esa tía lejana?

 

Pequeños detalles de familiares fallecidos se convierten en intocables (te disgustarías mucho si se malogran)

 

Pérdidas, pena, memoria: muchos objetos se transforman en fetiches, representantes de situaciones o de personas queridas. Son mucho más que cosas, por ello los mimas y limpias con esmero.

 

¿Es “normal” esta actitud?  Los sentimientos tienen su lógica particular.

 

Los recuerdos traducidos en objetos forman parte inseparable de la historia familiar e individual, más aún, les dan cara, ojos, olor y sabor a las experiencias vividas.

 

Se presentan a veces como pantallazos que te asaltan a lo largo del día y te alegran, otras provocan sentimientos de tristeza, melancolía, ternura.

 

Desde el osito de peluche, la vestimenta en los jóvenes, las fotos…cada edad tiene su modo particular de ser representada en el recuerdo. No sabes por qué te sueles angustiar cuando rebuscas entre los papeles y las chucherías que has guardado. Es un sentimiento profundo y difícil de definir. Una extraña sensación que te lleva a abandonar tu intención de poner orden, de re-encontrarte con ese objeto.

 

No es tu afición el coleccionismo: gentes que atesoran detalles de temas específicos: revistas, camisetas, representaciones de animales, sellos. Es un entretenimiento y al tiempo motivo de socialización, objeto de encuentro e intercambio.

 

Los ves a veces en las plazas, sobre todo a los filatélicos, pero es un tema que no te interesa particularmente.

 

A veces, cuando encuentras desorden entre tus objetos-recuerdo temes padecer el “síndrome de Diógenes”. Pero no es así. Las personas que lo sufren no sólo acumulan objetos-recuerdo sino todo tipo de cosas, sin orden ni concierto. Ni las basuras se escapan al impulso de guardarlo todo.

 

Descuidan las normas de higiene más elementales.

 

Los vecinos se quejan del mal olor y los riesgos de estos “acumuladores compulsivos”.

 

Estamos ante una sintomatología realmente preocupante que suele estar acompañada de otros trastornos de la personalidad.

 

A partir de la pandemia, sobre todo en los meses de encierro, te has dedicado con esmero a ordenar tu almacén de recuerdos. Ha sido una labor compleja: grata a veces, otras triste. Una pequeña revolución se ha producido en tu interior.  El resultado te ha dejado una sensación de sosiego. Son tiempos difíciles, de repliegue social y también de repliegue interior.

 

La pandemia nos ha llevado a mirar hacia dentro, a escudriñar en los rincones de nuestra casa, en los espacios ocultos de la memoria, en lo más profundo de la sensibilidad.

 

* Susana ISOLETTA CRUZ

Lcda. en Psicología por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

Especializada en Test Rorschach (Escuela Rorschach de Rosario)

Especializada en Psicología Clínica (Madrid)

 

www.susanaisoletta.com

 

12 de noviembre de 2020.

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