“Si vis pacem, para bellum, Hispania

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Juan José Pérez Piqueras *

 

 

En tiempos pasados, cuando era un joven oficial destinado en la IPS (Instrucción Premilitar Superior), en las conocidas Milicias Universitarias, algunos de los aspirantes a oficial o suboficial venían con ciertas inquietudes sobre el entonces muy discutido binomio militarismo-pacifismo.

 

Sobre el militarismo de aquella época, las décadas de los setenta y ochenta, el movimiento antimilitarista estaba en pleno auge, coincidiendo con la guerra en Vietnam, así como el correspondiente pacifismo (van parejos), motivado además por el mayo francés del 68, un movimiento estudiantil de protestas contra el sistema establecido, que pronto evolucionó a un movimiento obrero general, de sindicatos y partidos políticos.

 

Ante estos temas del binomio citado siempre afirmé a mis alumnos que todos, todos, deseamos la paz, pero que la maldad y crueldad existen en el mundo, lo que es evidente, sean por competencias económicas entre pueblos con intereses opuestos o por extremismos políticos o religiosos, y el terrorismo. Así ha sido a lo largo de la historia.

 

Para hacer frente a todo esto, son necesarias unas fuerzas armadas suficientemente preparadas y dotadas para obtener esa capacidad de disuasión que evitarían estas amenazas que provienen del exterior. Otro tema son los terrorismos, donde intervienen más los servicios de inteligencia y las FCSE.

 

Como ejemplo del mal lo tenemos ahora con la invasión injusta y desproporcionada de Ucrania por la Rusia «imperial o soviética», aunque pueden ser otras amenazas más cercanas a nosotros, como las provenientes del Magreb norteafricano, o más peligrosas todavía, las procedentes del actual Sahel Occidental, tema a tratar en otro artículo.

 

Teniendo en cuenta lo señalado, me ha llamado la atención el proyecto de nuestro actual Gobierno sobre la nueva Ley para la Educación Secundaria Obligatoria (E.S.O.), dónde, al parecer, no existe referencias al terror de la ETA, el mayor mal que hemos sufrido los padres y abuelos de estos alumnos. En 1968 comenzó el terror etarra, que gracias a Dios esta generación no la ha conocido. Su historia en cifras: 853 asesinatos, 3.500 atentados y más de 7.000 víctimas. Me pregunto: ¿es lógica esta ausencia?, ¿cuál es el motivo?

 

Y otra ausencia, que también considero muy importante: el rechazo del Ministerio de Educación a la propuesta del Ministerio de Defensa a iniciar a estos jóvenes en conocimientos sobre los conceptos de la seguridad y defensa de nuestra Nación. Todos ellos orientados para proteger los derechos fundamentales y las libertades públicas de nuestra democracia actual. Es lo que conocemos como educar y difundir una «cultura de la defensa nacional», o lo que es similar para el binomio arriba dicho, conseguir una «conciencia colectiva de la paz», tanto en los sistemas educativos como en medios que generan opinión pública, los medios de comunicación social (m.c.s.), portavoces políticos, etc.

 

Estos conceptos son tan importantes, que algunos de estos jóvenes iniciarán sus estudios superiores en la inopia, dónde recibirán, seguro, ideologías contrarias a la democracia heredada por aquellos que fueron capaces de superar la pasada guerra civil (o incivil) entre las dos Españas, y llegaron a ponerse de acuerdo para aprobar la actual Constitución española de 1978. Con ella, se ha conseguido alcanzar unas cotas de seguridad y prosperidad sin precedentes.

 

El dicho «Si vis pacem, para bellum«, «Si quieres la paz, prepara la guerra«, fue el motivo por el cual las legiones y los tercios romanos supieron defender su territorio y su soberanía durante casi siete siglos (218 a.C.-472 d.C.) en Hispania, la Península Ibérica. Un ejemplo a imitar.

 

Pero pasemos al problema actual. Hoy día venimos afectados por la citada invasión de Ucrania, dónde las políticas de defensas territoriales vienen reorientando su geopolítica, cambiante como se sabe, aunque ahora más etérea todavía, de la que deriva la geoestrategia a emplear. Me refiero a la entente entre el proyecto sobre la Brújula Estratégica de la Unión Europea (UE), de la que he informado en anteriores escritos, y la Alianza Atlántica (OTAN) actual.

 

Esta Alianza, desde los últimos presidentes norteamericanos Obama y Trump y el actual, Biden, ha tenido dos derivas diferentes, opuestas, en muy poco tiempo. Si el presidente Obama programó la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, Trump fue el que la dio mayor impulso, con su American First, con desplantes a sus socios y exigiendo a los europeos igualdad de compromiso económico y equivalencia de soldados en el frente. Todo ello provocó una brecha profunda en las relaciones transatlántica. Y posteriormente Biden decidió una nueva Alianza llamada AUKUS (acrónimo en inglés de Australia, Reino Unido y Estados Unidos), muy alejada de Europa, un pacto estratégico llevado en secreto, que sorprendió a sus socios de la Alianza y particularmente a Francia, en un giro hacia el Indo-Pacífico con la finalidad de controlar a China en su amenaza sobre Taiwán, tema que amplió tal brecha.

 

Este cambio de rumbo repentino, de gran trascendencia en aquel momento, septiembre 2021, apenas hace siete meses, tras la vergonzosa retirada de Afganistán de las Tropas Occidentales, decidida y dirigida por los EEUU, hace ahora justo un año, son para tenerlos en cuenta.

 

Sabido es que los EE.UU. tienen dos adversarios actualmente a los que hacer frente, dos grandes potencias, China y Rusia. El presidente Biden, desde su llegada al poder en enero de 2021, ha dado varios traspiés, citados ya más arriba. Sin embargo, su llegada de visita a Varsovia (Polonia), el pasado 26 de marzo, en su discurso dando garantías a los veintisiete socios europeos, dijo que «…ni se les ocurra a los rusos entrar ni un centímetro en estas fronteras, porque tenemos una obligación sagrada en el artículo 5”. Aquí, la defensa colectiva obliga a todos los miembros de la OTAN a reaccionar si uno de ellos es atacado. Es una buena noticia, de momento.

 

Espero que la OTAN, en su próxima cumbre en Madrid, en junio, en palabras del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Teodoro López Calderón, «se reformulará el Concepto Estratégico para adecuar sus directrices políticas y militares al nuevo contexto geopolítico».

 

Sin embargo, me surge la duda: ¿Quién garantiza nuestra seguridad, si llega nuevamente al poder Donald Trump?, ¿será una OTAN fiable?

 

Para finalizar, retomemos la sentencia romana «Si vis pacem, para bellum»: Por nuestra futura seguridad, la Unión Europea deberá acelerar y hacer posible esa autonomía y soberanía estratégica para alcanzar cuanto antes su proyecto, la Brújula Estratégica.

 

 

*  Juan José PÉREZ PIQUERAS

Coronel de Infantería E.T. (Retirado)

Miembro de la Tertulia Cívico-Militar ‘Carlos Ramos Azpiroz’

Miembro de la Asociación Española de Militares Escritores.

Técnico superior de Inteligencia Militar.

Diplomado en Análisis de Yihadismo por la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.

 

Islas Canarias – ESPAÑA

18 de abril de 2022.

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