Sophia Loren esconde una
propuesta de Ley de Educación

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Guillermo Cabrera Moya *

 

 

Hace unos días disfruté mucho de una de las últimas películas de Sophia Loren, «La vida por delante». Viendo a esta gran actriz, y la bonita historia que cuenta esa película, comprendí que una nueva Ley de Educación debería tomarla a ella como ejemplo. Seguro que mejoraríamos mucho. Así que, siguiendo la estela de la actriz, he decidido entrar en el debate. Con menos glamour, eso seguro, pero ofreciendo una reflexión sincera y positiva, además de proponer una sorprendente solución.

 

Primero me gustaría que hiciéramos un pequeño ejercicio de exposición —sin entrar en detalle—, de las diferentes leyes de Educación que hemos tenido, y tenemos, vigentes en España. Sí, hay más de una. Espero que con ello pueda ayudarte a entender que una Ley educativa que nace sin el debido debate, tiempo, reflexión, discusión, aportación de ideas y sugerencias de todas las partes…, lo hace para morir al poco tiempo, cuando otro partido, da igual el signo o color que tenga, asume el poder. Estoy seguro que sabrás que eso es lo que nos va a pasar y habremos perdido otra oportunidad de conseguir una verdadera mejora en nuestro sistema educativo.

 

En mi humilde opinión, sin acuerdo nacional, en torno a la Educación —igual que en Asuntos Sociales y sanidad— no avanzaremos, y seguiremos dando tumbos de un lado para otro. Propongo cambiarlo.

 

En segundo lugar, intentaré demostrar cómo, a mi juicio, esta gran actriz puede inspirarnos en conseguir el tan deseado consenso —por lo menos entre los profesionales de la educación—, en tener una única y más que definitiva Ley. No otro parche.

 

Pido perdón de antemano si omito u olvido algún aspecto importante, no soy experto en norma, pero desde 1970 las Leyes educativas, en orden cronológico, han sido las siguientes:

 

  • LEY GENERAL DE EDUCACIÓN (LGE), 1970. Estableció la obligatoriedad y gratuidad de la Educación hasta los 14 años; organizó las enseñanzas en la EGB (Enseñanza General Básica), el BUP (Bachillerato Unificado Polivalente), el COU (Curso de Orientación Universitaria) y la FP (Formación Profesional) …

 

  • LEY ORGÁNICA DEL ESTATUTO DE CENTROS ESCOLARES (LOECE), Primera Ley de Educación que se aprobó tras la Constitución de 1978. Introdujo la organización democrática de los centros docentes, con la creación de órganos colegiados de gobierno, las asociaciones de padres y madres del alumnado…

 

  • LEY ORGÁNICA REGULADORA DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN (LODE), 1985. Aún vigente de manera parcial. Establece el sistema de solicitud de plaza de los menores, regula el derecho del profesorado, alumnado, familias y personal de administración y servicios a participar en la gestión y funcionamiento de los centros a través de los consejos escolares…

 

  • LEY ORGÁNICA DE ORDENACIÓN GENERAL DEL SISTEMA EDUCATIVO (LOGSE), 1992. Modifica la organización de la enseñanza y establece la Educación Infantil (0 a 6 años), Educación Primaria (6 a 12 años), Educación Secundaria Obligatoria -ESO- (de 12 a 16 años) y Bachillerato o FP de grado medio (16 a los 18 años). Obligatoriedad de la educación hasta los dieciséis años, el descenso de las ratios de 40 a 25…

 

  • LEY ORGÁNICA DE PARTICIPACIÓN, EVALUACIÓN Y GOBIERNO DE LOS CENTROS DOCENTES (LOPEG), 1995. Daba mayor autonomía a los centros, supuso un refuerzo de la función inspectora…

 

  • LEY ORGÁNICA DE CALIDAD DE LA EDUCACIÓN (LOCE), Establecía diferentes itinerarios en la ESO y el Bachillerato, cambios de contenidos en la Educación Infantil, las reválidas…

 

  • LEY ORGÁNICA DE LA EDUCACIÓN (LOE), 2006. Esta ley derogó la LOGSE, la LOPEG y la LOCE, pero convive con la LODE de 1985.

 

  • LEY ORGÁNICA PARA LA MEJORA DE LA CALIDAD EDUCATIVA (LOMCE), 2013. En vigor.

 

  • LEY ORGÁNICA DE MEJORA DE LA CALIDAD EDUCATIVA (LOMLOE), 2020. Aún no ha entrado en vigor. Convivirá con la LODE, la LOE y la LOMCE, modificando varios aspectos.

 

Ante este panorama legal, con leyes que apenas funcionaron, otras que se mantienen vigentes y la nueva a la espera de aplicación, me parece que lo que hay que buscar son más acuerdos. Y no es que hasta ahora no los haya —las leyes se aprueban en el Congreso de los Diputados por mayoría, así que acuerdos hay, pero también muchos malentendidos, falta de información y consenso—, hablo de ir más allá, de estar a la altura de las circunstancias.

 

Buscar acuerdos significa querer acordar, buscar los mínimos y a partir de ahí negociar el resto. No vale una mayoría. No nos sirve un nuevo parche. Hay que limpiar y adaptarnos a las nuevas circunstancias.

 

Una Ley de Educación debe parecerse a esa Sophia Loren. De hecho, más de lo que en un principio parece. Ella es una diva, un mito del cine, pero a la vez se muestra como una mujer luchadora, capaz de superarse en el día a día. Esas serían las primeras condiciones que debe tener una Ley de las características que les propongo.

 

Además, como la artista, la Ley debe ser voluptuosa, ser hermosa, demostrar seguridad, aprender del pasado, fomentar el futuro, establecer lo que sabemos y podemos hacer, dar respuesta a nuevos retos. En una sola palabra, seducir.

 

Una Ley de Educación debe ser como la actriz, conserva intacto su estilo, mantener el glamur, la intensidad dramática, la voluptuosidad, la belleza explosiva y el poder de atracción. Debe convertirse en mito erótico de generaciones y en musa eterna, así como fuente constante de inspiración.

 

La actriz, pese a su edad, demuestra que está dispuesta a adaptarse a los nuevos tiempos, hace nuevas películas y sueña con seguir haciéndolo. Una Ley de Educación no puede ser algo obsoleto que nace con fecha de caducidad y que es incapaz de adaptarse a la ciudadanía que pretende servir.

 

Estoy seguro que el término que utilizaré, por el momento, quién sabe más adelante, no será aceptado por la Real Academia de la Lengua (RAE), o su homónima, la Academia Canaria de la Lengua (ACL), pero necesitamos una Ley que sea más que definitiva, que sea fuerte, que nos lleve al futuro y se mantenga en el tiempo —con las pequeñas adaptaciones que pueda ir necesitando—, así que mi propuesta es que se llame como la artista.

 

Que la conozcamos como la Ley LOREN —Así aprenderemos del ejemplo de la artista—: LEY ORGÁNICA «REFINITIVA» DE EDUCACIÓN NACIONAL. Espero que el énfasis y el humor sarcástico que denota la palabreja entrecomillada ayude a concienciar que esto no puede ser una broma. Que seguimos perdiendo el tiempo.

 

Gracias por leerme.

 

 

*  Guillermo CABRERA MOYA

Director del Centro de Educación Infantil y Primara (CEIP) El Toscal-Longuera.

Diplomado en Magisterio por la Universidad de La Laguna (ULL).

Grado en Educación Primaria por la Universidad Isabel I de Castilla.

Ex técnico de gestión normativa de Educación Infantil y Primaria de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias

Escritor y maestro.

 

Islas Canarias, 7 de diciembre de 2020.

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