VISIONES ATLÁNTICAS / 166
Los dientes de los homínidos
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Hugo Luengo *
Los dientes son las estructuras más duras del esqueleto y por ello las mejor conservadas del registro fósil. Evidencias del proceso evolutivo, representan en torno al 90% de las muestras. Somos monos cercopitecos, primates catarrinos del viejo mundo, de los cuales conservamos el mismo número de piezas dentarias 32, propio de los primates antropomorfos, homo, chimpancé, gorilas, orangutanes. y gibones. De los cuales nos separamos hace 35 millones de años, y con la aparición de los “hominini” hace unos 6/7 millones de años, en la selva tropical africana.
Nos cuenta la dentición homo en el camino de la evolución, las fases como producto de la selección natural, selección que carece de fin y no es direccional, sino oportunista.
En una “primera fase”, se produce la reducción de los caninos con los Australopecinos, cuyo final de la cadena es “Lucy” (Australopitecus Afarensis 3,8-2,4 ma.), la madre de la humanidad, con un índice de encefalización, proporción entre el peso del cuerpo y el cerebro de 1,3 análogo al chimpancé. Lucy ya era bípeda. No refleja este índice cuantitativo la complejidad de la evolución del cerebro, donde el neocórtex aloja nuevas habilidades.
En “segunda fase”, se produce con “homo habilis” la reducción de los molares, llevándonos hasta el Pleistoceno Inferior. Tiene encefalización de 1,8, el índice prensible y fabrica herramientas. Con un cambio de dieta que debe explicarse con el descubrimiento del fuego, que amplió los recursos alimentarios. Ligado a los cambios climáticos que transforman las selvas tropicales en sabanas. Cocinar hizo al hombre, única especie que cocina, en torno al fuego desarrolla la sociabilización y el lenguaje.
En “tercera fase”, se produce una reducción notable del “prognatismo facial”, y un considerable aumento del cerebro humano, con índices de encefalización hasta 2,9 del sapiens, consolidando el proceso de reducción de caninos y molares y el grosor del esmalte. Reducción del tamaño y robustez del aparato masticador y el aumento sucesivo del cerebro y el neocórtex.
Los dientes fueron por delante de la evolución y el bipedismo fue la consecuencia. Fue necesario hacernos carnívoros, para ser inteligentes, ya de pie el fuego y el lenguaje marcaron las diferencias. Los dientes nos dicen que el árbol de la vida homo es más complejo, dando pie a los fenómenos de “hibridación “y en ella de “introgresión·, con la incorporación de genes entre especies cuyos descendientes se cruzan dando otras nuevas, con mayor diversidad genética. Caso de denisovanos, heildelvergensis, neandertales, antecesor, erectus y sapiens. Cuyas denticiones se han reducido, caninos y molares y arcada dental parabólica.
Nuestra dentición permanente nos ofrece la fórmula 2.1.2.3, incisivos, caninos, premolares y molares. Que en la nomenclatura FDI (Código Internacional Dentario), se ordena en 4 cuadrantes, 1 Superior derecho, 2 Superior Izquierdo, 3 Inferior Izquierdo y 4 Inferior Derecho y cada uno desde el centro de 1 a 8. Con la desaparición del hueco retromolar y el tercer molar “muela del juicio”, que se encuentra en regresión; con lo que los humanos quedamos en fórmula dentaria 28, 2.1.2.2. El sistema nervioso dentario es de simetría bilateral, como sufrimos en las anestesias del dentista.
Los dientes nos sirven para la masticación, el lenguaje y los sonidos, la estética, la sanidad y la belleza. Son signo de buena salud y de presencia social. Su función sanitaria va ligada a la extensión de la vida, tanto durante el Pleistoceno, donde las afecciones dentarias que vemos del registro fósil, reducían considerablemente la vida. Hoy, en el Antropoceno, la salud dentaria extiende la vida hasta el siglo, con clara diferencia entre los países que atienden sus dientes y los que no. Los dientes nos cuentan y cuestan la vida. En Navidad cuidarlos del abuso.
* Hugo LUENGO BARRETO
Arquitecto y bodeguero.
Islas Canarias, 8 de enero de 2024
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