Y ahora…
¿qué?

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Héctor De Armas Torrent *

 

Por estas tierras, que tienen nombre, aunque a algunos le incomode y sigo sin saber muy bien por qué y se llama España, somos muy aficionados a romperlo todo cada día y a volver, experimentos por medio, a intentar construirlo de nuevo. Nos apasiona porque para algo tenemos la razón de nuestra parte siendo así que el otro, que también piensa lo mismo en orden a la suprema verdad, pone en juego sus gónadas y su correspondiente producción de testosterona, al servicio del disparate proclamado, mientras más mayúsculo mejor.

 

Ocurre en todos los órdenes y campos; la cultura, la sanidad, la educación, la política, nuestra forma de relacionarnos, nuestras instituciones… y la mayoría de las veces ese camino no hace nada más que aportarnos frustraciones graves tanto individuales como colectivas porque en muchas ocasiones lo que teníamos es mejor que el mejunje que cocinamos, casi siempre sin saber freír un huevo, pero con ínfulas de profeta de la nueva cocina.

 

Ahí otra característica que nos moldea, las más de las veces pretender tener la razón es proporcional a las pocas horas dedicadas al estudio y lectura del asunto en disputa, importándonos poco la ordenanza municipal sobre ruidos, con los decibelios que producimos en nuestra incendiada soflama  que por supuesto mientras más tronantes mejor sin que medie lectura o reflexión sobre el asunto que lo mismo da convertir al seleccionador nacional de futbol en un alfañique que ni para entrenar alevines sirve,  o de repente nos convertimos todos en epidemiólogos que manejamos conceptos capaces de reducir a cero la más temible de las pandemias.

 

Nos encanta discutir sobre si somos galgos o podencos sin ningún propósito más allá de la estéril discusión en la que si además medra algún insulto pues ya nos podemos ir a comer y a dormir la siesta con la satisfacción del deber cumplido. Fijamos los límites del mundo, con una autoridad digna de un capitán de los tercios, sistemáticamente y sin remisión, en las fronteras de la plaza mayor de cada una de nuestras ciudades y pueblos y desde allí, en alto y para que se nos oiga con el único instrumento del diafragma y no de las neuronas, proclamamos nuestros puntos de vista “urbi et orbi”, siempre que ese límite no traspase la frontera mencionada, con una vehemencia que para si quisieran los oradores del XIX español nacidos al calor de la Constitución de 1812.

 

No piense quien estas divagaciones leen, amabilidad que agradezco, que esta característica casi racial forma parte del carácter de los españoles de hoy; en absoluto. Cabe recordar sin rubor la famosa sentencia lapidaria de Unamuno “Que inventen ellos” dijo.  Aquí el maestro, que claramente tenía un mal día, derrapó en la curva en su enfrentamiento con Ortega y Gasset, ambos eran españoles y por tanto poseedores de las características que evidencio como es notorio, en todo caso el sentido de esas palabras merece un análisis y reflexión más profunda de donde extraer consecuencias invitación que me hago a mi mismo si este encierro dura lo suficiente y ustedes tienen la paciencia de aguantar estas divagaciones de un pobre viejo.

 

Son ya demasiados siglos, si, siglos de violencia verbal y también de la que mata con un dolor que después nunca hemos sido capaces de cerrar a lo largo de nuestra historia.  Una rápida consulta en la red nos pone ante la evidencia de lo que digo: Guerra de los Agraviados, Guerra de las Comunidades de Castilla, Guerra de los dos Pedros, Guerras de Bandos, Guerra Civil Catalana, Guerra de Germanías, Guerra Civil de Navarra, Primera Guerra Civil Castellana, Guerra de Sucesión Castellana, Rebelión Cantonal, Sublevación de Cataluña, Guerra de Sucesión Española, Guerras Carlistas, Guerra Civil Española acciones terroristas permanentes hasta hace bien poco. Todos los enfrentamientos que anteceden tienen una característica común y no es otra que la de españoles vs españoles, es decir guerras civiles, invito a quien quiera a profundizar en este asunto que creo capital que lo haga, porque los españoles de hoy somos deudores de una cultura de guerra civilismo con todos sus gérmenes y patógenos términos muy al uso, casi intactos.

 

El 11 de febrero de 1873, el rey de España, Amadeo de Saboya, harto de nosotros, se quitó la corona de la cabeza la depositó en la mesilla de noche y se fue no sin antes hacer esta reflexión en su último discurso: Dos años largos ha que ciño la corona de España y España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fueran extranjeros los enemigos de su dicha, entonces al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos lo que, con la espada, con la pluma y con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles.

 

Más claro imposible. En esta España nuestra que vio nacer a tantos genios, que no cito porque sería prolijo y además innecesario en cualquier actividad humana, literatura, plástica, escultura, medicina, automovilismo, bádminton si bádminton porque otra característica viene a sumarse a las ya expresadas, somos los campeones de la individualidad, los genios con nombre y apellido, donde nuestros éxitos grupales son más bien escasos porqué seamos sinceros ¿fuera de las Olimpiadas cuantas horas dedica usted a ver bádminton? pues ahí está Carolina Martín que se ha dedicado a ganar cuantos campeonatos se le han puesto por delante, y lo más gracioso es que he escuchado encendidas conversaciones sobre bádminton en el Parque de Santa Catalina, bajo la atenta y extrañada mirada de Lolita Pluma y sus gatos vaciados en bronce ; somos realmente únicos.

 

No sé si el aserto atribuido a Bismark es cierto o no pero realmente es un compendio genial.  “España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirlo y aún no lo ha conseguido”. Ahora en los próximos e inmediatos meses tendremos la posibilidad de arrimar el hombro todos a una, como hicieron los políticos y agentes sociales de nuestra España en 1977. Admito apuestas porque la miopía del personal tiene mal andar.

 

* Héctor Jesús DE ARMAS TORRENT

Programa de Alta Dirección de Empresas (PADE) Fundación Bravo Murillo

Cursó estudios de Derecho en la Universidad de La Laguna (ULL)

Primer Portavoz del Gobierno de Canarias y ex viceconsejero del mismo.

Ex director general de la Compañía Transmediterránea.

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