EL MONÓLOGO / 130
Un orgullo de Salón Gastronómico

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Por Pepe Moreno *

 

 

Terminó el pasado jueves VII Salón Gastronómico de Canarias – GastroCanarias 2022, un verdadero esfuerzo de José Carlos Marrero, el director de esta plataforma y de GastroCanarias, y de todo un equipo que él comanda junto con Jonay López (director de Ferias y Eventos de la Institución Ferial de Tenerife) y que hace posible que durante tres días conozcamos a los que de verdad están modernizando, ya sea con sus productos o con su manera de hacer, todo lo relacionado con el mundo del buen comer y de la restauración en Canarias. La verdad es que este año había muchas ganas de estar en esas instalaciones, de ver lo novedoso o de reencontrarse con algunos de los que exponen o presentan sus productos en este escaparate dedicado a la cocina y a todo lo que le rodea.

 

Y han sido días apasionantes en los que no se deja nada a la improvisación. Todos los que de alguna manera tienen que ver con él, saben lo que tiene que hacer. Desde los que exponen a los que trabajan en una tramoya que cada vez es más complicada. Hemos asistido a campeonatos de cocina, de coctelería, de bocadillos, de pizzas, de panes, de tiraje de cerveza, de corte de jamón, de panadería, de pastelería y de un sin fin de modalidades que hacen que buscar protagonistas sea cada vez una labor de investigación y de puesta en escena de difícil solución.

 

Porque lo que trasciende es que hay que organizar campeonatos, pero hay mucho más detrás de un salón como este que se ha ganado el prestigio en siete años y que tiene una larga lista de espera de marcas y productos que quieren estar presentes en la instalación del Recinto Ferial de Tenerife que es donde se celebra. Con el añadido de que este año tuvo que trasladar las fechas porque coincidía con los actos que ese mismo lugar había programado el Carnaval de Tenerife, que también había cambiado de fechas.

 

No es lo mismo celebrar este tipo de eventos en mayo que a finales de septiembre, mes en el que muchas empresas están terminando el año y preparan, si no están a la espera, sus novedades del año siguiente. Invitados que puede que vengan en una fecha concreta y que no lo pueden hacer en el mes que ayer se acabó, cocineros que tienen su programación hecha y que una variación como esta les trastoca todos sus planes y agendas. En fin, que por si quedaba más suspense a todo esto le añadimos el que tuvimos el fin de semana pasado en el que la lluvia y el viento nos puso en una alerta de la que todavía nos estamos recuperando.

 

Y es que, aunque no hizo tan mal tiempo como se pronosticó, las plataformas de los dos aeropuertos tinerfeños quedaron colapsadas de aviones que esperaron aquí a que la mejoría también se notara en las nubes y hubo mucho vuelo cancelado, desviado o, en el mejor de los casos, con unos retrasos considerables que provocó que algunas de las estrellas culinarias que pretendían estar en el Salón no pudieran venir o no quisieran arriesgarse a estar incomunicados en unas islas que dependen en exceso del transporte aéreo.

 

Ha sido un éxito total y seguro que tienen mejores en la crónica de El Cotarro, que escribe cada domingo José Carlos, en su sección semanal, porque él conoce mejor que yo y además ha estado en los entresijos de ese Salón, como codirector que es. Me cuentan que se han superado todas las expectativas y que fue más gente que en ediciones anteriores. Si en la anterior edición fueron más de 17.000, en este año 2022 se superaron los veinte mil. Una feria que tuvo 217 stand ocupados por 83 empresas en las que podíamos ver firmas locales, insulares, nacionales e, incluso, tres de ellas internacionales.

 

Me contaba el propio José Carlos, el último día de la muestra, que se habían expedido más de 720 credenciales, lo que hace idea de lo grande que fue la cita que ocupaba más de 17.000 metros cuadrados de extensión y en la que había una larga lista de espera. Las instituciones también ocupaban una buena parte de este recinto y se podían contar casi todos los Cabildos Insulares (solo faltó el de Lanzarote), unos tres municipios y la presencia de todo el espectro político de las islas, que a lo largo de los días de esta exposición desfilaron por sus pasillos.

 

Capítulo aparte merece la pena destacar la ausencia de La Laguna, que a pesar de su potencial ganadero y del sector primario en su conjunto en el municipio, no estuvo. Quizás se debió a que optaron por otra forma de apostar por la cabaña ganadera o por los agricultores, pero no deja de ser patente que no estuvieron, a pesar de que en el pasado tuvo repercusión la manera de estar presente y que uno de los valedores fue Pedro Molina, figura de la ganadería hasta su muerte y después, que siempre se aventuró por este tipo de escaparates para mostrar la abnegada vida de los que optaron por vivir de sus animales y que se entendiera esa forma de subsistencia como una apuesta por la independencia alimentaria de las islas. Si hoy miramos la cabaña ganadera que tuvimos hace diez años y lo que hoy tenemos, entenderíamos una forma de vida que buscaba el equilibrio entre la tierra en la que se desenvolvían por encima de los números que arrojaban esas explotaciones.

 

Pero claro, son maneras de ver las cosas. Hoy es más fácil subvencionar los forrajes y los alimentos de esos animales que concienciar a la población que es necesario contar con cuadras y granjas. Podríamos estar de acuerdo en que quizás no hay recursos económicos para hacer ambas cosas, pero la de mostrar vacas y su entorno también es justo y necesario. Los políticos de hoy van por otros derroteros y eso se nota, sobre todo si nunca se han preocupado porque la población entienda lo necesario que son para el paisaje el sector primario. En fin, qué les voy a contar que ustedes no piensen, sobre todo si hablamos de tradiciones y de modernidades.

 

La laguna, que siempre había tenido un trato preferente en este salón ha perdido una oportunidad de mostrarse y ha perdido, y así me lo manifestaron los representantes de la feria, la posibilidad de renovar el stand, situado en un lugar preferente y usar los metros de exposición que hasta ahora ha tenido. Qué lástima y que ocasión han perdido, pero a lo mejor eran otras las prioridades, quizás más urbanita que rural, siendo un municipio que siempre ha alardeado de su condición mixta.

 

A pesar de ello, repito que todo fue un éxito y la organización no dejó a nada ni a nadie insatisfecho. Lo tuvo todo previsto y hasta dispuso de una ambulancia y personal de la Cruz Roja perfectamente pertrechado para lo que pudiera suceder. Y doy fe en primera persona de que así fue. Tuve que usar los servicios de este personal por un incidente mínimo del que sólo yo soy responsable y la respuesta obtenida fue de nota sobresaliente o incluso de matrícula de honor por lo rápido que actuaron, por los conocimientos que emplearon y por la amabilidad que derrocharon para el accidentado en cuestión.

 

La presencia de este personal sirvió para decirme parte de algunas actuaciones llevadas a cabo, todas de índole menor, pero que hablan de la buena profesionalidad. Por ejemplo, me contaron que fueron requeridos porque dos personas, de edad avanzada, no se encontraban bien. El servicio de la Cruz Roja se puso manos a la obra y a ambas, al mismo tiempo, les trató del estado en el que estaban y solo le confesaron a la organización que lo que presentaban, esas personas, era un cuadro etílico del que se recuperaron con el suero que les administraron en la ambulancia, sin que trascendiera el motivo real de la indisposición. Esto indica, por una parte, la profesionalidad de los sanitarios y de otro que en el Salón hay que tener cuidado con lo que se bebe, porque en los stands son espléndidos y no sabes lo que trae metido en el cuerpo cada uno de los visitantes.

 

Esta fue la mayor feria en todos los sentidos y punto de encuentro para gentes que no sabían a quién dirigirse si necesitaban a alguien o a algo, por eso ha sido tan seguida. Estuvo muy bien cada campeonato porque ahí se pudieron ver a los mejores, pero también para encontrar las empresas que se necesitaban para elaborar todo tipo de platos, para distribuirlas, con el software necesario que haga los escandallos necesarios para sacarle rentabilidad o para llevar una contabilidad acorde con la normativa que hoy se exige. Unos productos que a lo mejor no se sabe dónde encontrarlos o quién representa las marcas que queremos para nuestros establecimientos o, incluso, para los particulares que no saben a quién dirigirse.

 

La feria terminó el pasado jueves y como siempre con un colofón lagunero: la comparsa Los Joroperos. Una iniciativa que comenzó en el primer año de ese salón y que fue idea de la empresa cárnica por Egatesa, y que puso la nota de color y alegría. Ya es tradicional que este grupo ponga el final perfecto e invite a los visitantes rezagados y a todos los expositores a acabar con el duro trabajo realizado durante los días que permaneció abierta.

 

No se me puede olvidar el trabajo realizado por Iñaki Domínguez Paniagua, director gerente de la Institución Ferial, y de Jonay López Soto, director de Ferias y Eventos, así como de Rayco Díaz Mateos, director adjunto a la Gerencia, que hicieron posible que tras el espectáculo con la entrega de los Premios Dial, que todo el recinto se convirtiera en un soniquete de carpinteros, electricistas, fontaneros, personal administrativo, de secretaría y demás con el fin de acabar en un tiempo récord lo que miles de gentes pudieron ver durante tres días.

 

El VII Salón Gastronómico ya ha acabado en su fase más expositiva, pero me consta que ya están trabajando en otra edición que recuperará el tiempo normal, es decir en mayo de 2023, que es posible que esté muy cerca de las elecciones y que puede convertirse en ese anhelado punto de campaña. Ya hay reservas para ese tiempo, muchas de las empresas expositoras ya han firmado por la renovación y preparan su exposición mejorando incluso lo que han hecho en ediciones anteriores.

 

Seguro que José Carlos Marrero les amplia la información mañana, pero no quería que el tiempo pasara sin que este Salón tenga la repercusión necesaria, ni que escriba pensando en que no se le hace toda la justicia necesaria para que tenga el reconocimiento de un particular que en estos momentos ve cómo se le hurta esa posibilidad. Es bueno reconocer este tipo de iniciativas y, sobre todo, es de justicia reconocer una serie de valores que cada día están más olvidados o que no se dicen por entender que no hace falta. A nadie le amarga un dulce y en este caso hubo muchos. Bien por el VII Salón Gastronómico de Canarias – GastroCanarias 2022 y espero que ninguno de los que tienen que trabajar para el siguiente desfallezca.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 1 de octubre de 2022.

Responder a EL COTARRO / 421, del domingo, 02/10/2022 – Canarias en positivo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *